Absolutismo Verde: entre bandos, bandazos y desbandadas
Las mayorías absolutas no son buenas ni malas. Solo son una consecuencia del ejercicio democrático que libremente concede a la ciudadanía la posibilidad de respaldar de manera masiva en las urnas a un partido político para gobernar. Según Churchill, la democracia es el sistema menos malo. Parafraseando a Wilder, podríamos afirmar que nada ni nadie es perfecto. Y haciendo caso a Marx, Groucho, los principios son tan mutables como los camaleones. ¿Cuestión de supervivencia?
Se cumplen siete meses desde el comienzo de la nueva legislatura en Villena con gobierno monocolor. En tan poco tiempo creo estar asistiendo a algo kafkiano. Me da la impresión de que los Verdes están sufriendo una metamorfosis. Ya no son un pequeño partido con vocación localista. Aunque para ser justos, nunca han ocultado su ambición, Verdes de Europa nada menos. Ahora, por fin, también son parte de un proyecto estatal como el PP y el PSOE, lo que siempre han denostado. O, mejor dicho, se han integrado en una candidatura ideológicamente variopinta y pragmática, con afán aritmético, cuya solvencia y continuidad habrá que demostrar tras los comicios del 20 de diciembre.
Lo que no han perdido como seña de identidad es su condición asamblearia. Algo que, tal vez, se está pervirtiendo cuando se usa para responder a las críticas de un concejal de la oposición sobre la gestión de las ayudas escolares a la compra de libros que, paradójicamente, han calificado de partidistas. Trasladar el legítimo debate entre cargos electos al ámbito de los partidos, supone generar bandos y frentismo, desnaturalizar la labor de los responsables municipales y ningunear a la concejala de Educación. A no ser que se pretenda confirmar que la aludida no es capaz de defenderse por sí misma. Quizá solo se pretenda transmitir el apoyo unánime de un bloque monolítico, sin fisuras, como hacen los partidos más orgánicos, jerarquizados y tradicionales. Por supuesto, un síntoma que aleja a los Verdes de la sociedad civil y de la nueva política que predican.
Asimismo, se anuncia a bombo y platillo en Alcaldía el acuerdo firmado con el campus de Alcoy de la Universidad Politécnica de Valencia para la puesta en marcha de una nueva sede universitaria. La justificación, dar respuesta especializada a las necesidades de las empresas villenenses. Una buena noticia que, sin embargo, suscita dudas sobre la oportunidad o el oportunismo de la decisión. Ya existe desde hace más de diez años una Sede Universitaria de la Universidad de Alicante; ya se firmaron en la legislatura pasada acuerdos con el CEEI (Centro Europeo de Empresas e Innovación) de Elche y la EOI (Escuela de Organización Industrial); ya somos miembros de la red Ciudad Ciencia. Alguien podría pensar, entonces, que se está improvisando por carecer de un criterio claro; que se está propiciando una burbuja universitaria innecesaria; que se quiere debilitar a otras entidades académicas públicas; que se busca vender un supuesto logro a cualquier precio; o que se necesita desesperadamente dotar de contenido al infrautilizado edificio Colache. Por cierto, ¿dónde está la Escuela de Agricultura Ecológica que se iba a ubicar en estas instalaciones?
No es extraño que en algunos colectivos empiece a cundir cierto desánimo, desencanto y frustración ante actuaciones recientes del partido que concitó el apoyo mayoritario de los electores y electoras de Villena. Sin duda, un amplio y heterogéneo espectro social e ideológico que antes nunca había votado a los Verdes y que podría no volver a votarlos en el futuro.