Fiestas

175 años de raso y terciopelo

Tengo 12 años y este año celebro 350 años. ¿Que cómo es eso? Muy fácil. Soy Moro Viejo y Cristiano. Mis abuelos, o mejor dicho, mi yayo, es Cristiano, de la familia de los Rusos, y mi otro abuelo es Valera. Con estos referentes no se podía ser de otras comparsas, puesto que la historia de mis dos familias está plagada de anécdotas festeras, la primera fue la de mi inscripción en las comparsas queriendo ambos apuntarme antes de nacer y con una ecografía como foto de socio, y es que en mi familia son así de exagerados.
Este año tengo el placer de que las dos comparsas, más unidas que nunca, se disponen a celebrar el 175 aniversario y allí estoy yo, la mano derecha agarrada por mi abuelo Miguel y la izquierda por el yayo Juan el Ruso, cualquier día de estos aparezco vestido mitad de moro y mitad de cristiano, pero lo más importante son los momentos vividos, aquellos que a buen seguro nunca olvidaré, los chascarrillos del año ni me acuerdo, los de los músicos en casa, los de aquellos cristianos que siempre acompañaron a la Virgen y la de los Moros con su querida Mahoma, los piques de mis abuelos comparando al Tito y a Pedrín Vertedera, a tal Embajador moro con el cristiano.

Pero sin duda este año está siendo especial desde que me enteré que mis dos comparsas irían de la mano en este aniversario, curiosamente como yo voy de mis abuelos.

Todo comenzó el día 9 de septiembre del 2016. A primera hora de la tarde mis Moros Viejos se disponen a salir en el último desfile de estas calurosas fiestas y mi primera visión fue un mar de banderines con los colores de la comparsa ondeando al cielo de Villena y esos pantalones rojos recién planchados e impolutos como si las largas noches festeras no hubieran hecho mella en ellos. Ya me lo dijo mi madre, ahora vas y te manchas y estás con las manchas para toda la vida, no te olvides que al terminar te tienes que quedar para hacer la foto con todos los miembros de la comparsa, y así lo hicimos, y sin ninguna mancha. Se olía la celebración, se notaba que era un día especial, pero para mí la espera de mi yayo Juan era casi parte de mi historia… corriendo a cambiarme porque ahora eran los Cristianos los que salían a la calle, fuera pantalón rojo, una bota, el cinturón y de un repellón me quitan el fez y me ponen el gorro estilo vasco con dos roscas y a empezar, mis Cristianos preparados con escudos en ristre, tambores que anuncian día grande y una enorme plataforma con un castillo gigante que dicen que representa a no sé qué puertas de Valencia, me dan un globo con los colores de la comparsa y a empezar el segundo desfile, que no por el hecho de ser el segundo estaba en un segundo plano de importancia. Lo viví como un momento único e incluso pensando que sería irrepetible.

“¿Qué toca ahora?”, me pregunté. Pues la verdad es que lo que estaba claro es que después de este momento habría que esperar unos cuantos meses para volver a lucir los trajes que en breve mi madre iría colocando ordenadamente en el armario. Yo de vez en cuando los iba observando detenidamente porque me traían muy buenos recuerdos, momentos únicos e irrepetibles en compañía de dos personas que me han aportado mucho, os hablo de mi abuelo y de mi yayo.

Un año muy intenso
Se fueron sucediendo los meses y es cierto que todo era diferente a años anteriores, porque esos meses que tenían que ir pasando hasta llegar al próximo septiembre se fueron llenando de actos festeros en los que ya no tenía que dividirme en dos. Resultaba indistinto el traje que llevara porque como todos sabéis los 350 años que celebraba se fueron cargando de eventos miles a los que pude asistir con mis dos comparsas, Moros Viejos y Cristianos. Sentados a la mesa y en un momento de sobremesa y tertulia nos pusimos a repasar todos aquellos actos a los que habíamos asistido y haciendo memoria ya no nos daban los dedos de la mano para seguir sumando. Empezamos por la visita al cementerio el 23 de octubre, donde asistimos a la misa organizada y después esperamos a que se colocara la placa para recordar a todos los socios fallecidos de ambas comparsas. Mi abuelo me decía que era un momento muy emotivo ya que gracias a ellos somos lo que hemos llegado a ser hoy. Como segundo acto añadimos el almuerzo solidario y la donación de sangre. La verdad es que no recordábamos muy bien cuál había precedido a cual, pero finalmente lo dejamos en ese orden. De lo que sí que me acordaba era de lo rico que había estado el almuerzo y de la cantidad de gente que había participado en la donación. ¡Ambos actos resultaron ser un éxito!

Dado que la tertulia se estaba alargando demasiado con las anécdotas y demás chascarrillos, tuvimos que ir centrando nuestra atención en el resto de eventos que al igual que los anteriores formaban parte del 175 cumpleaños de cada una de las comparsas. No pudimos pasar por alto hablar de la romería a mediados de febrero y la conversión que puso la guinda a tan maravilloso pastel. Tanto Francisco como Íñigo consiguieron el objetivo, transmitir al público el verdadero sentido de la conversión del moro al cristianismo a los pies de la imagen Nuestra Señora la Virgen de las Virtudes.

Siempre he oído desde pequeño que en cuanto viene la Mahoma las fiestas están al caer y en mi familia la visita a las fiestas de Biar es casi una tradición, vemos la entrada y el Baile de las Espías, y la efigie de la Mahoma que presagia el desencadenante de actos festeros en una cascada desbocada en dirección al tan ansiado día 4 que fuera, la espera este año se hizo más amena pues se ha retomado la tradición de recibir a la efigie en la plaza Mayor y la verdad es que fue un éxito, mis dos comparsas unieron fuerzas en la sede de los Cristianos y dieron de cenar a cuantos amigos se presentaron en la Plaza, los arcabuces de fondo, la Mahoma en la Plaza y de nuevo las notas musicales de la banda de música ponían el broche de oro a una tarde imborrable de espíritu festero.

Me falta el concierto del día 7 de julio donde las dos bandas oficiales de nuestras comparsas nos mostraron algunas, que no todas, de las composiciones que son parte del legado de nuestra historia, y a la hora de escribir estas líneas faltan las presentaciones, y como no, la Entrada y la Cabalgata, en las que la unión de ambas comparsas seguirá patente dentro de los boatos que se pondrán en la calle, no os perdáis el bamboleo del raso rojo y el libre baile de nuestras plumas al viento, no dejéis de salir al balcón cuando un mar de plata inunde la Corredera, pues seguro que podréis ver pasar de Villena lo mejor, Moros Viejos y Cristianos.

Este año sin duda es especial, para mí supone el descubrimiento del verdadero carácter de la fiesta, la verdad de la misma, que no es otra que el de compartir, convivir y hacer de momentos sencillos recuerdos de vida. Entendí que la fiesta es la amalgama de pequeños retratos de miles de personas que entrelazados entre sí forman el álbum de una fiesta, de una tradición centenaria y del carácter de una población.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba