Cartas al Director

2012, el año del Apocalipsis

Hay muchas teorías y predicciones sobre este nuevo año que acabamos de iniciar. Sobre todo, predicciones apocalípticas, ya que muchos creen que puede ser el año en el que acabe la humanidad, o sea, el fin del mundo. Si esto fuera cierto, ya podemos espabilar y disfrutar de todo lo que podamos lo antes posible, porque de lo contrario nos quedarían muchas cosas por hacer.
Habría gente a la que le desaparecerían por completo los dolores de cabeza si esto ocurre, ya que no tendría que pagar la hipoteca de la casa ni todos los gastos generales. Para las entidades bancarias también se les habría acabado el chollo de usura que tienen con este negocio.

La sociedad actual, destrozada moral y económicamente por la maldita crisis, ya no tendría que preocuparse de su futuro a corto o medio plazo. Todo lo que ahora nos preocupa desaparecería de un plumazo. La sociedad se desmadraría para vivir lo mejor el tiempo que nos resta. Posiblemente la anarquía de toda la Humanidad sería el nuevo sistema de conducta que predominaría durante este último año de la raza humana en el planeta tierra.

Aunque creo que los que piensan que este año es el del fin del mundo se van a equivocar otra vez. La sociedad de nuestros días necesita iniciar este nuevo ciclo en el tiempo con ilusión y ganas de superar todos los obstáculos que en estos momentos nos ha puesto la vida. Nuestro gran país necesita que sus gobernantes se olviden de sus beneficios personales y se dediquen a trabajar honradamente por el bien común de todos sus conciudadanos, para sacarlos de este agujero negro que nos está destrozando el bolsillo y la moral.

Tienen mucho trabajo por hacer, pero todos nosotros, los ciudadanos de a pie, no debemos perder la moral y luchar todos como una piña, para hacer de nuestra sociedad lo que era antes. Una sociedad de bienestar y trabajo para todos. Una sociedad que había avanzado notablemente en temas tan sobresalientes como el bienestar de sus ancianos y personas discapacitadas, físicas o psíquicas, con la justa Ley de Dependencia.

Por eso en estos momentos lo que menos nos interesa es ser derrotistas y negativos, lo cual no es óbice para que seamos realistas con los tiempos que corren. Pero de ahí a pensar que estamos llegando al final de los tiempos, bajo ningún concepto.

Todo lo contrario. 2012 va a ser, para los españoles, un año de esperanza. Un año en el que todos hemos puesto nuestra ilusión para que el país funcione. Para que se abra la ventana y entre el aire fresco tan necesario para nuestra existencia. Que nuestros conciudadanos, cuando suene el despertador todas las mañanas, tengan un lugar donde ir a trabajar y cumplir con la sagrada y necesaria tradición de ganarse el pan de cada día con el sudor de la frente.

Y esto es lo que va a acontecer durante los próximos trescientos sesenta y seis días de este nuevo año dos mil doce. Y los que esperan el apocalipsis, que se preparen para el viaje cósmico, eso sí, sin olvidarse de que hay que seguir pagando la hipoteca.

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