Opinión

7 de octubre, Jornada Mundial por el Trabajo Decente

La dignidad de la persona trabajadora es innegociable y debe estar en el centro de todas las decisiones políticas y económicas

En este décimo aniversario de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (Cáritas, Confer, Hermandad Obrera de Acción Católica, Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica, Juventud Obrera Cristiana), este año, con el lema " Por ti, por mí, trabajo decente", reafirmamos nuestro compromiso con la dignidad y el cuidado de todas las personas trabajadoras en todo el mundo.

Es un momento para reflexionar sobre el camino realizado juntos y juntas, y sobre los desafíos que aún tenemos por delante en la búsqueda de la justicia social y de un trabajo decente, donde “el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida" (Papa Francisco, cfr. Evangelii gaudium).

Nos enfrentamos a una realidad preocupante en España, con un desempleo estructural donde miles de personas quieren trabajar y no pueden; con, todavía, demasiada temporalidad que dificulta enormemente la estabilidad de los proyectos vitales de miles de personas trabajadoras; con una insoportable plaga, la siniestralidad laboral; con la pérdida de poder adquisitivo de los salarios; con las dificultades de conciliación laboral y familiar, y el aumento de las enfermedades psicosociales, etc… Todas ellas situaciones persistentes reflejo del  trabajo indecente existente. que no solo afectan la vida de las personas trabajadoras, sino que también socavan su dignidad y debilitan la justicia social debida.

Reiteramos que la dignidad de la persona trabajadora es innegociable y debe estar en el centro de todas las decisiones políticas y económicas. Según la Doctrina Social de la Iglesia, cada individuo tiene derecho a un trabajo digno que le permita desarrollarse plenamente como ser humano. Es fundamental que se generen oportunidades de trabajo decente, se protejan y promuevan los derechos laborales, sin excepción. La reducción de la jornada laboral puede ser una de ellas.

Siguiendo la encíclica Laudato si’ del papa Francisco, reconocemos la importancia de la ecología integral en el ámbito laboral. Se debe priorizar que las actividades laborales sean sostenibles y respetuosas con el medioambiente. Esto implica promover prácticas responsables que cuiden y preserven nuestra casa común, para las generaciones futuras.

Francisco nos recordó en su discurso a la Cumbre Mundial del Trabajo de 2021 la importancia de la dimensión del cuidado en el trabajo, como una forma de cuidar y dignificar la vida humana. Esto implica crear entornos laborales con derechos, participativos, seguros y respetuosos, donde se promueva el cuidado integral de todas las personas trabajadoras.

La búsqueda del bien común debe ser el objetivo principal del conjunto de la comunidad, pero particularmente de quienes tienen la responsabilidad de articular políticas que garanticen las condiciones esenciales que permitan a las personas alcanzar una vida digna, una vida buena. Esto incluye garantizar un trabajo decente, acceso a la vivienda y servicios públicos de calidad. En este sentido, también pedimos al Congreso que haga posible la regularización extraordinaria de personas migrantes.

Finalmente, celebramos este décimo aniversario renovando nuestro compromiso por un presente y un futuro donde el trabajo decente sea una realidad para todos, también en el seno de la Iglesia. Recordamos con gratitud a todas las personas e instituciones que han contribuido –y contribuyen– a esta causa a lo largo de los años y nos comprometemos a seguir luchando por la dignidad y el cuidado de las personas trabajadoras.

Por: Iniciativa Iglesia por el Trabajo decente.

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