Apaga y vámonos

A cazar “conguitos”

Confieso que me estoy haciendo mayor. Cuando empecé con esto del columneo, hace ya casi cinco años, pensaba que estaba al cabo de todo lo relacionado con la juventud, dónde iban, qué hacían, qué pensaban. Ahora, más metido en años, compruebo que casi todo lo referente al divino tesoro se me escapa.
De entre todo lo leído y preguntado por la situación que ha llevado a algunos jóvenes a andar a guantazos en plena calle, en busca de venganza algunos y los más porque no tienen nada mejor que hacer un viernes por la tarde, lo que más me ha sorprendido es constatar la existencia en nuestra ciudad de un grupúsculo neonazi –o al menos eso se hacen llamar– compuesto por villeneros de pura cepa, algunos de los cuales hicieron gala de su encefalograma plano al afirmar, como quien no quiere la cosa, que iban “a la caza del conguito”, que es una de las formas despectivas –“panchito” es más común– con las que llaman a las personas originarias de Sudamérica.

A excepción de la existencia de este grupo poco me preocupa esta cuestión, porque como muy bien ha señalado Juan Ángel Conca, que sabe de lo que habla, situaciones parecidas ya se han dado en otras ocasiones, y en su origen, más que un conflicto entre “razas”, encontramos a adolescentes con las hormonas a mil por hora y falta de faena, una enfermedad que, como es sabido, se cura con el tiempo.

No obstante, sí me gustaría centrarme en el hecho de que algunos jóvenes de nuestra ciudad presuman y se hagan llamar a sí mismos nazis, una situación que nunca se ha dado realmente en Villena –olvidemos algunas tonterías sin mayor repercusión perpetradas en los años del instituto– pero que, conocida en otros lugares, asusta.

No sé qué o quién puede mover a algunos jóvenes a declarar su fervor por una aberración como el nazismo, si la culpa es de las proclamas demagógicas de partidos extremistas, del odio visceral lanzado desde algunos medios de comunicación, de su propia incultura Made in Logse o de unos padres demasiado ocupados con el Marca y el Tomate para dedicar algún tiempo a la educación de sus hijos, pero sí tengo claro que, con esa actitud, lo único que están poniendo de manifiesto es una profunda, total y absoluta ignorancia de la realidad económica y social del mundo, España y Villena.

Hace no tanto, cuando un adolescente de Villena quería dinero para, digamos, que no le faltara de nada en Fiestas, se pasaba todo el verano en el campo, cogiendo patatas, manzanas o lo que tocara, reponiendo en un supermercado o sirviendo copas. Hoy tienen el Quad o la Scooter sin dar un palo al agua. Y son en su mayoría inmigrantes quienes trabajan nuestros campos, mantienen en pie la hostelería, cuidan a nuestros mayores o realizan aquello que muchos villeneros, subidos al carro del euro, hemos rechazado, por no añadir que, sin la inmigración, nuestro sistema de Seguridad Social habría quebrado ya y con él lo que conocemos como Estado del Bienestar.

Claro que hay que establecer controles. Claro que hay que regular la situación. Claro que hay que detener, juzgar, encarcelar y deportar a quien no haya venido a ganarse el pan honradamente, pero no olvidemos que muchos de nuestros abuelos tuvieron que emigrar, ni perdamos de vista que una inmensa mayoría de los inmigrantes son gentes de bien que únicamente buscan un futuro mejor para los suyos, legítima aspiración de todo ser humano. Al delincuente, mano dura. Al inmigrante honrado, la mano tendida y ayuda. Y a los nazis, ni agua.

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