Cartas al Director

A la atención de Pepe Navarro (por alusiones)

Señor Pepe Navarro: sin ánimo de polemizar con su artículo de la semana pasada no tengo más remedio que disentir del mismo, también públicamente. En primer lugar porque me da la sensación de que no interpretó adecuadamente la columna, y en segundo lugar porque a nadie le importa si mi padre, o mi familia, tienen un pequeño negocio de filatelia. Yo sé quién es usted y a qué se dedica, pero no se me ocurre airear su vida profesional, que entiendo que es reserva privada y tiene usted el derecho de protegerla.
Respecto a sus puntualizaciones no puedo estar conforme, porque usted ha confundido el mensaje de mis palabras. Yo no defiendo una socialización del Estado, ni volver a los ideales totalitarios, ni tan siquiera hacer apología del extinguido comunismo. Sólo apelo a que los gobernantes de este país, y los demás europeos con la soga al cuello, controlen las frivolidades y despilfarros de los que defraudan a Hacienda, evaden capitales y viven de la corrupción. Hemos visto medidas hasta ahora que castigan a las clases medias, pero ninguna contra los vividores que acumulan fortunas.

Por tanto el artículo al que critica no va dirigido a los norcoreanos, a los chinos y a los cubanos, va destinado a los españoles de a pie, que somos mayoría. Tampoco es cierto que el gobierno de Zapatero tuviese el respaldo de los sindicatos, pues hubo una huelga general por las primeras reformas laborales que el gobierno socialista inició.

Pero lo que no puedo aceptar es el tono jocoso e irónico en relación a mi empresa familiar. Mi padre la creó en el año 1956, y aún con dificultades, todavía supervive. Pocas empresas, grandes o pequeñas, pueden presumir de años tan bien cumplidos. Durante su existencia se ha pagado puntualmente a los proveedores y se ha atendido, con exquisitez, a los clientes.

El álbum filatélico que editamos es una verdadera enciclopedia de la historia de España a través de los sellos y, además, hemos contribuido a que el nombre de Villena sea conocido por todo el país, pues nuestra vieja clientela está distribuida por todos los rincones de las comunidades autónomas, incluidos los archipiélagos balear y canario.

Respecto a los cojones que hacen falta para ser empresario, expresión que a mí no me gusta pero empleada por usted y la cito por alusión, mi padre, aunque pequeño de estatura, está bien surtido; pues como autónomo luchó por difundir su empresa y como persona fue un público opositor a una dictadura franquista de la que purgó consecuencias; y todo ello con una dignidad que todavía conserva y que debería ser contagiosa.

Ahora sí, el tema está zanjado por mi parte.

Atentamente,

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