A la Virgen de la Esperanza
Por motivos personales este año no pude asistir como cada año a la Procesión de las Mantillas de mi queridísima Virgen de la Esperanza. Me sorprendí gratamente cuando días después la estaban televisando, aunque mi alegría duró poco.
Más concretamente, hasta que llegué al punto de ver como Juan Fernando Guirado, capataz de la cofradía de la Virgen de la Esperanza, le pedía a la concejala de Fiestas, Isabel Micó, en nombre de Raúl Bravo, que le concediera el sueño de su vida, ser torero (es decir, torturar animales hasta su muerte) en la plaza de su pueblo, poniendo a la concejala en un compromiso. La mujer contestó como pudo o supo, más bien mal, a su estilo.
Me parece un insulto a un acto de este tipo, en el que se pide por los más desfavorecidos, por la salud, por las personas sin trabajo, etc., que vengan Raúl Bravo, el capataz y la señora concejala a quitarle la belleza que tiene un acto tan bonito. ¡Pufff!
Como villenera y con todo el cariño que simboliza la Virgen de la Esperanza, me parece vergonzoso que se manche este acto tan hermoso con solicitudes de intereses particulares lucrativos y manchados de sangre (como es el negocio subvencionado de la tauromaquia). Por eso me niego y me indigno, y estoy segura que por parte de mi Señora de la Esperanza esos sueños tan bárbaros como el tuyo, Raúl, o el de otros torturadores (llamados toreros) no se cumplirán nunca, porque lo que representa la Virgen (amor, bondad, compasión, ternura, misericordia, piedad ) está en contra de toda barbarie, crueldad e incultura.
Un saludo
¡y al cielo con ella! Va por ti, Esperanza.