¡A los refugios! (Que atacan otra vez los de los planes de pensiones)
Los que llevamos bastantes años recorriendo los insondables caminos del señor, recordamos otras temporadas en las que aparecía esta amenaza de la quiebra del estado y la desaparición de las pensiones. Se trata de un asunto recurrente que ya ha dado pingües beneficios cada vez que los infectados por el gen del ansia viva lo han puesto de moda aprovechando las crisis que ellos mismos inventan.
Cuando esto sucede, aparecen los agoreros del desastre en forma de señores circunspectos, trajeados, aseados, morenos-casi-negros, másteres en lo suyo y listos como el diablo, para hacernos caer en la cuenta de que el sistema no resiste y convendría que fuéramos pensando en contratar algún plan de pensiones que nos asegurara un futuro aseado en los días de júbilo y casi, casi, casi, nuestra inmortalidad.
Resulta que estos personajes son los voceros de los mismos que han hecho las grandes especulaciones del ladrillo apoyándose en algunos albañiles metidos a empresarios, agotando hasta el último metro construible. Coincide que estos individuos son heraldos de los que financian a los partidos políticos empeñados en privatizar la sanidad y la enseñanza para que el negocio siga viento en popa. Se da el caso que esta tribu de economistas, expertos en predecir el pasado, está a sueldo de los honrados empresarios a los que hemos tenido que aportar entre todos más de cien mil millones de euros (¿a que así con letras jode más?), para que sigan manteniendo el chiringuito abierto.
Ellos no inventan nada, no crean nada, nada transforman, ningún campo alimentan con semillas, porque todos los segundos, los minutos, las horas, los días y los años de su vida, los consagran al todopoderoso dios de las finanzas al que rinden pleitesía. Aparecen ahora con su nueva andanada de mentiras, porque cuando se agotan otros filones, siempre queda el recurso de jugar con el miedo de la gente a quedarse con el culo al aire en los últimos años de su vida.
Esta vez el ataque va ser imponente dada su ventajosa posición de fuerza ante una población resignada y dispuesta a comulgar con la rueda de molino de los mercados omnipotentes. Los supuestos representantes del pueblo ya se están encargando de empeorar la situación esquilmando el fondo de reserva de las pensiones para allanar el camino de los estafadores presentando un panorama incierto. Así que preparémonos a recibir los cansinos mensajes de lo idóneo que resultaría dejar de comer algunos días y meter en los bancos unos ahorrillos para el día de mañana.
Personalmente opino que en la famosa frase que utilizo para iniciar el escrito, la de «los insondables caminos del señor» hay mucho postureo del autor. En realidad, algunos de estos caminos son más que conocidos desde el principio de los tiempos. Los ricos suelen tener tendencia, por deformación profesional, a querer ser más ricos y los pobres tienden a hundirse en la miseria cuando olvidan que la única posibilidad de construir una sociedad libre, igualitaria y fraternal es unirse en la defensa de lo público.