Cartas al Director

A los Verdes ya no los conoce ni la madre que los parió

La famosa frase que se atribuye a Alfonso Guerra con la que se refería a los importantes cambios que iba a sufrir España durante los años ochenta, ha resultado premonitoria para su propio partido. Muchos dirán ahora con razón aquello de “PSOE, quién te ha visto y quién te ve”.
Sin embargo, la pérdida de las señas de identidad, el cuestionamiento de los valores y la redefinición de los principios son síntomas que están afectando a todas las fuerzas políticas. Vivimos tiempos de populismo, postureo y posverdad. No se trata de nueva o vieja política. Solo de política, de buena o mala política. Sin duda, el antídoto democrático contra los poderes fácticos y económicos que, desgraciadamente, tampoco está resultando infalible ni ajena a adulteraciones.

Pasado un plazo de tiempo demasiado corto, los nuevos partidos empiezan a dar muestras de un prematuro envejecimiento. Pero los achaques de Podemos y Ciudadanos, por ejemplo, no tienen que ver con la edad. Solo se trata de vicios derivados, eso sí, de la condición humana. El ejercicio de la actividad política, la ambición personal y el pragmatismo del poder, institucional u orgánico, provocan efectos perniciosos en las personas y en los partidos políticos.

Todo el mundo se sorprendió cuando en los últimos comicios municipales los Verdes obtuvieron mayoría absoluta en Villena. Algo que evidenciaba que íbamos contracorriente. Cuando en España se impone el multipartidismo, aquí un único partido cosecha mayoría absoluta. Cuando en España EQUO solo es una fuerza meramente testimonial, aquí el ecologismo político arrasa en las urnas. Sin embargo, los políticos locales también son vulnerables a los males que aquejan a sus colegas.

A punto de empezar 2017, y tras año y medio de mandato en solitario, los Verdes han dejado de despertar ilusión y simpatías mayoritarias en la población. Y eso se nota en la calle. Que las sigan manteniendo entre sus fieles votantes no cuenta porque solo una futura coalición con otros partidos de izquierda garantizaría que los Verdes siguieran participando en el gobierno local.

Los constantes desencuentros con los socialistas en numerosos temas motivan una oposición contundente que se basa en actuaciones desafortunadas del equipo de gobierno. Además, la reciente valoración de la gestión de los Verdes por parte de un partido afín como Izquierda Unida, con el que concurrieron en coalición en las elecciones autonómicas y estatales, ha merecido un “suspenso”.

Tal vez sea el momento de adoptar decisiones drásticas, regresando a la esencia asamblearia original y recuperando las viejas rotaciones de concejales para remodelar de paso el equipo de gobierno. Una manera estratégica de dar un giro radical, refrescar la legislatura, tomar la iniciativa, reforzar la identidad y aumentar la eficacia. De otro modo, la cruda realidad seguirá cambiando a los Verdes y no a la inversa, aunque sean conscientes de ello y no quieran reconocerlo.

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