¡Acho, no te arrugues! ¡Aprende a planchar! *(Crónica de un futuro anunciado)
Soy hombre, sí. Y me alegro mucho de que se me brinde esta oportunidad histórica. Soy docente, sí. Y considero un acto de responsabilidad educar en la igualdad. Y aunque parezca que esto esté de moda, es una cuestión de principios. Y aunque parezca que es lo políticamente correcto, es un acto de autoconocimiento y mejora personal que no siempre es fácil de llevar a cabo (la herencia educacional machista ha generado muchas inercias inconscientes basadas en privilegios). Pero el reto es claro, y es saludable asumir los miedos... y es satisfactorio ver los pequeños resultados.
Soy profesor del IES Hermanos Amorós de Villena. Y los días señalados se prestan a hacer actividades convertidas en ocasiones en rutinarias (toca el día de la paz, toca el 8 de marzo), y sin embargo el trabajo de reflexión es diario, y sutil, y ¡TAN ARDUO!
Quien voy siendo (y aquí importa mucho el gerundio) me obliga a reconocer la herencia educacional del feminismo. Y desterremos ya la idea de que el feminismo excluye, pues si se entiende bien es la única postura integradora que interesa. De una vez por todas asumamos que la revolución que las mujeres pusieron en marcha no ha tenido paralelismo en los hombres. Los hombres se han quedado anclados en privilegios egocéntricos, sin tener miras para ver los privilegios que se obtienen por el cambio propuesto por ellas (que son muchos).
La oportunidad histórica que me brindan tantas mujeres luchadoras es la de atreverme (yo y tantos ya) a decir que es necesario cambiar el modelo de masculinidad. Que hay más maneras de ser hombre. Y que uno se libera al INTENTAR (nunca olvidar esto) alcanzarlas y luchar por ellas.
Los grupos de hombres por la igualdad que surgen aquí y allá con fuerza lo corroboran y vemos uno de los mayores ejemplos en la asociación AHIGE de Málaga (www.ahige.org) plenamente consolidada, funcional y en constante proceso de expansión.
Y el instituto era una pequeña fiesta (con alguna dosis de pesimismo), y había viento, pero también chicos que planchaban entre risas, y chicas que enseñaban a chicos a tender la ropa, y chicos que enseñaban a chicas a hacer tortillas. Y profesores y profesoras que cambiaban despreocupados pañales a muñec@s mostrando que realmente son padres/madres. Y explicaciones sobre prelavados, temperatura y suavizantes, y conversaciones sobre dónde colocar una pinza para no dejar marcas en la camiseta y sobre cuál será el mejor lugar en una maleta para colocar un calzoncillo, gente peinándose mutuamente y degustando crepes juveniles.
Pero ante todo quiero ver que ese día en mi instituto había vida, reflejada en esta crónica de un futuro anunciado que nos muestre quién es realmente el ser humano. Que nos muestre como decía Clara Campoamor que el necesario y verdadero feminismo se transforma amorosamente en humanismo. Que nos muestre como escuchaba el otro día por televisión de boca de un seleccionador de músicos que hay que hacer audiciones a ciegas para saber realmente quién vale en esta vida antes de mirarle a la cara.
Por mi parte sólo me queda añadir GRACIAS a la historia y gracias a mis alumn@s por creer que son capaces de cambiar.
Fdo. Heriberto Mira Profesor de Filosofía del IES Hermanos Amorós