Adéu, Chema
Perdonen que me repita, pero es que después de tantos años de matraca con el Agua para Todos no puedo quitarme de la cabeza lo del trasvase del Ebro y la espantá del PP, y llevo ya quince días rompiéndome el tarro para entender por qué el PP da más valor a sus 5 diputados por Aragón que a los 25 de Valencia, Alicante y Murcia.
Leía hace unos días que, según la estadística, el partido que vence en Teruel gana en toda España, resultado que no ha fallado nunca desde la llegada de la democracia. Los tres escaños de la provincia olvidada siempre se han repartido dos a uno: dos diputados para el partido que después gobierna, uno para el primer partido de la oposición. En 2004 ganó el PSOE en Teruel, pero apenas 200 votos decidieron el último escaño, una derrota popular en la que tuvo mucho que ver la oposición de los aragoneses al trasvase del Ebro. Quién sabe, quizá los estrategas del PP han pensado en dar la batalla en Aragón seguros de que la de la Comunidad Valenciana la tienen ya ganada (cosa que confirman las últimas encuestas, dicho sea de paso), aunque yo no me fiaría mucho ni de las encuestas ni de los estrategas, y si no me creen fíjense en el pobre Chema Marugán.
¿No se acuerdan de él? Sí, hombre. Ese señor tan simpático, de nombre José María, que durante los últimos años ha ejercido como brazo armado de Cristina Narbona en sus hostilidades contra el Júcar-Vinalopó con toma en Cortes, el aprobado en el Plan de Cuenca y el que contaba con el consenso de todos hasta que Narbona vino a romperlo. El mismo Marugán al que el Defensor del Pueblo le está investigando unas lamentables declaraciones en las que comparó a los regantes de la Junta Central con ETA. Ese Marugán al que El Periódico de Villena le sacó los colores dos veces por mentir sobre la calidad del agua del Ebro Finalizadas las hostilidades hídricas (el PP debería colgar al estratega que ha regalado al PSOE el filón del No popular al trasvase), el Alto Mando ya no necesita a su infantería. Otra lumbrera, Joan Ignasi Pla, el eterno perdedor, fue el primero en caer por un quítame allá esas reformas, y su lugarteniente Marugán ha sido el siguiente, destituido fulminantemente de ese carguico suyo por el que durante los últimos años ha cobrado la irrisoria suma de 12.000 euros al mes, dietas al margen.
No obstante, entre los ahorrillos que habrá guardado debajo de la baldosa del dormitorio (del suyo, no del de Joan Ignasi, que con lo que le ha costado la reforma el parqué no se lo quita nadie, digo yo) y algún favorcillo que otro que le deberán por ahí, no habrá de pasarlo mal en el futuro. A bote pronto, se me ocurre que si repite el PSOE al frente del Gobierno no me extrañaría que le agradecieran los servicios prestados buscándole uno de esos puestos de alto funcionario con los que suspiramos el bueno de Andrés Leal y yo a diario, verbigracia, Director Accidental Adjunto del Departamento Agregado de Pesca Fluvial, por ejemplo, o Subsecretario Primero de la Oficina de Control Estadístico del Bajo Llobregat. Y si gana el PP, pues mejor que mejor. Otra cosa no, pero incordiar, poner zancadillas, frenar proyectos, machacar al oponente y mentir por un tubo lo hace como Dios. ¿Se les ocurre, visto lo visto con los Marianos, Zaplanas y Acebes, un candidato mejor para ejercer una responsable, honesta y leal oposición al estilo clásico español?