Adicciones
Abandonad toda esperanza, salmo 52º
Mi contribución al prometedor número 0 de Viento fresco (¿para cuándo el número 1, vecino de columna?) fue un artículo sobre Réquiem por un sueño, espléndida película que trata el tema de la adicción desde una perspectiva nada habitual: y es que se puede ser tan adicto a la heroína o al alcohol como al dinero, a las dietas o a la televisión basura.
La película de Darren Aronofksy venía a poner de relieve la fragilidad de la condición humana, a través de la historia de una mujer obsesionada por recuperar la línea para asistir a un programa televisivo; de su hijo y el mejor amigo de éste, que empiezan siendo consumidores de droga y pronto se convierten en proveedores; y de la novia del primero, que sueña con alcanzar una vida mejor. A lo largo de su metraje, el espectador era testigo de la caída en los infiernos de todos ellos, dando forma a un auténtico réquiem por un sueño nunca alcanzado.
Mucho menos interesante que el film de Aronofsky, aunque no del todo fallido, es Gracias por fumar, cínica comedia de reciente estreno. En esta cinta de Jason Reitman, el portavoz del emporio tabacalero de Estados Unidos tiene que enfrentarse a los contrarios al consumo de tabaco, que lo consideran responsable directo de miles de muertes al año. Pero aunque en principio prometía ser una sátira desatada que no iba a dejar títere con cabeza, sus responsables no han podido resistir la tentación de suavizar en su desenlace una historia que podría haber dado mucho más de sí.
La que no ha supuesto decepción alguna ha sido la nueva novela de Ken Bruen traducida al castellano. Buena parte de los lectores que quedamos deslumbrados por su estilo, puesto de manifiesto en Maderos, temíamos pegarnos el consiguiente batacazo con su nueva entrega: La matanza de los gitanos. Pero no ha sido así, ya que el escritor irlandés vuelve a confirmarse como una de las voces más interesantes de la novela negra del viejo continente.
A Jack Taylor, el emblemático personaje de Bruen, lo conocimos como un investigador privado y ex policía con serios problemas con el alcohol. Ahora, en La matanza de los gitanos, descubrimos que regresa a Galway, tras un año de permanencia en Londres, con una nueva adicción... esta vez a la cocaína. En su ciudad natal recibirá un nuevo trabajo, que se resolverá al más puro estilo Bruen, y en cuyo desenlace un cada vez más derrotado Taylor tendrá poco que hacer.
Tengo que confesarlo: yo también soy adicto. Adicto a las buenas historias y a los proyectos interesantes. Por eso soy adicto a Ken Bruen. Y por eso mismo no pierdo la esperanza de ver en mis manos, cualquier día de estos, el número 1 de Viento fresco.
Gracias por fumar se proyecta en cines de toda España; La matanza de los gitanos de Ken Bruen está editada por Tropismos.