ADN villenero en la cinematografía nacional
Recibo un mensaje en la pantalla de mi computadora. Es Luis. Intercambiamos los cuánto tiempo, cómo estás, cómo te va, cuándo nos vemos, previos a la intriga: tengo una sorpresa. Dos sorpresas, dice. Dime, dime, dime, dime. Acabo de firmar mi primer contrato como director de cine, dice. ¡Uauh! Al final sí. Sí, al final sí, dice. ¿Y la otra? Acabo de firmar mi primer contrato como productor audiovisual. ¿Qué? No me lo puedo creer ¿Productor? La computadora se fríe. Quedamos para hablar del tema. De acuerdo.
Como en los grandes proyectos, aquí tampoco se puede decir mucho del asunto (bien porque se gafa, bien porque se copia, bien porque puede retrasarse o cancelarse). Pero diremos que el villenero Luis Macías se acaba de embarcar en una aventura cinematográfica que ha interesado a una productora audiovisual madrileña y que ha conseguido el apoyo del Ministerio de Cultura. Un proyecto documental de su cosecha que ha creado las expectativas necesarias para reunir los más de trescientos mil euros que cuesta llevarlo a cabo. De este modo no sólo se maduran los años que pasó estudiando en el CECC de Barcelona, o los trabajos visuales de carácter experimental a los que se ha dedicado, sino que se sitúa frente a una puerta abierta tras la que aguarda un mundo fantástico y terrible, de sueños y pesadillas, de despachos y rodajes, de presiones, zancadillas, envidias; de posibilidades, creación, de realización artística en un campo donde debido a sus desorbitados costes queda al alcance de unos pocos.
La otra incursión cinematográfica está protagonizada por una persona que ya conoce las cámaras (Oviedo Express de Gonzalo Suárez, o El síndrome Svensson de Kepa Sojo por ejemplo). Se trata de Rulo Pardo, a quien tendremos ocasión de ver esta misma noche de viernes en el Teatro Chapí con la producción El título de este espectáculo no es mi madre, con la que firman sus quince años como compañía. Y aunque el trabajo de Rulo se adscribe mayoritariamente a la creación de guiones, la dirección y la interpretación teatral, trabajo que concentra en su compañía Sexpeare; también lo hemos podido ver como actor en unas cuantas series nacionales. Fruto de la creatividad de la compañía corre el rumor de que uno de los textos escénicos que trabaja con Santiago Molero ha sido elegido para llevarlo a la gran pantalla. Igual que en el caso de Luis, no me voy a adentrar en terrenos farragosos. Digamos que el proyecto está en marcha y que el guión elegido para el rodaje es uno de los que los escenarios de Villena han tenido la fortuna de acoger.
Son sólo dos nombres entre algunos otros que de forma más o menos modesta han despuntado en el terreno audiovisual. Hay más, ustedes lo saben, al menos deberían saberlo.