Agua solidaria
El asunto del agua, en Villena, está bastante trillado. Desde que se hiciera público que la empresa Danone quiere embotellar agua de estos acuíferos, ha habido una profusión de manifestaciones, escritos, artículos de periódicos, protestas más o menos veladas de políticos autonómicos, cartas al director de personas quejándose del comportamiento extraño de quien pide y vende agua a la vez, posicionamiento de los partidos políticos de Villena sobre el asunto
y un largo etcétera, en el que cabe todo tipo de análisis sobre ventajas e inconvenientes.
Creo que se evidencia una sobredosis que, lejos de propiciar el debate, lo que ocasiona es el hastío de la población. Las personas de a pie, es decir, quienes no estamos muy al tanto de los entresijos de los asuntos del agua, a veces, nos cuesta aclararnos entre ese conglomerado de asociaciones, comuneros o como se llamen Junta Central de Usuarios, Comunidades de Regantes y otras; entidades éstas entre las que hay intereses, correspondencias, complicidades y foros comunes en los que dirimen sus pleitos. Insisto, el ciudadano normal observa todo este episodio como el ejercicio de colectivos que defienden lo suyo y que, si no hubiese sido por el Caso Danone, seguramente hubiera seguido confuso para la mayoría de la gente. Es como el iceberg, que aflora una pequeña parte, aunque hay otra muchísimo mayor que está bajo el agua (y nunca mejor dicho) y que no se ve.
Sabemos que el agua del subsuelo de Villena fluye hacia comarcas colindantes y la costa de la provincia desde hace más de un siglo. En todo este tiempo cultivos y poblaciones se han visto beneficiados por el caudal que sigue manando de estos acuíferos. Durante todo este dilatado periodo alguien ha estado comerciando con el agua. Nos dicen que personas, corporaciones, juntas, o quienes sean, son quienes han gestionado todo ese volumen hídrico. Y después de todo este tiempo les recuerdo, cien años resulta que es ahora cuando se proclama que ya es hora de que Villena reciba algo a cambio, pues ha sido solidaria con la provincia durante largo tiempo. Pues bien, permítanme que les diga que hay algo en todo esto que no me acaba de cuadrar. ¿Cómo es posible que esta localidad no haya percibido nada a cambio en cien años de abastecer de agua a parte de la provincia? ¿Por qué es ahora cuando se habla de reciprocidad con la ciudad que tanto ha aportado al desarrollo de Alicante provincia? ¿No les parece raro? A mí, sí.
Miren, en todo mi escrito he intentado no escribir nuestros acuíferos. Y lo he hecho a conciencia porque opino que no son míos, así de simple. Es bastante usual escribir en estos términos de lo nuestro cuando lo nuestro es de otros. Dicho a lo claro: una persona es solidaria su significado actual y comprometida con los demás cuando se ofrece a colaborar, trabajar, prestar lo suyo, dar lo que tiene, etc.; cuando no pide nada a cambio. Lo demás es negocio. Un ejemplo fácil: Imagine que el Gobierno español le cobrase al gobierno de Myanmar (Birmania) los medicamentos que le ha mandado para paliar el desastre del ciclón. Que le facturara por los equipos de urgencia, por las mantas y tiendas de campaña. ¿Diríamos que España es solidaria? No creo, más bien diríamos que España esta haciendo negocio con la ayuda. ¡Ojito con la solidaridad!
El agua es y va a seguir siendo un asunto polémico porque estamos hablando de algo esencial para la vida. Y si escasea, peor aún. Por eso es fácil la manipulación, a favor de unas posiciones y de otras. Seguimos asistiendo al debate entre trasvases sí o no, desaladoras, inversión en canalizaciones, formas de riego Es literalmente imposible no estar de acuerdo con un famoso empresario agrícola local cuando dice, para justificar la operación Danone, que se diversifica el empleo y se crean puestos de trabajo y, ¡magia!, se ahorra agua. Pues claro que todo el mundo quiere eso, ocurre que en este caso el fin no justifica los medios. Y mucho menos que aparezca firmado un artículo de opinión en el que para finalizar se deje entrever que no hay que politizar este asunto del agua. Un poco de por favor a quien ha politizado el tema del agua hasta la náusea.
Hace unos días, en Alicante, con motivo de unas jornadas sobre Globalización económica, dio una charla la profesora, activista y cabeza del movimiento contra la globalización monetaria Susan George. La conferenciante dijo con absoluta claridad que hay cosas, entre las que citó la sanidad, la educación y ¡el agua!, en las que el control debiera tenerlo los poderes públicos. No en balde, el agua es un lujo para millones y millones de personas en el mundo.
Sinceramente si se hubiese podido privatizar el aire, seguro que a estas alturas estaríamos respirando aire embotellado, eso sí, de calidad. ¿Y si viniese Solán de Cabras tocando a la puerta?
Hasta otra.