Historia

Álbum de Cromos. Matonismo en Villena (1906-1931). Decimonovena estampa: Lo de Justiniano Ródenas

Manuel Pujante Luna cuando fue detenido en Villena por lo del crimen contra Fortunato Toni se autoinculpó también del atraco contra el acaudalado comerciante alicantino Justiniano Ródenas. Si lo de Toni fue el veintidós de enero de 1920 en el tren correo, lo de Justiniano en el mismo tren, pero el día tres.
Justiniano Ródenas, de la empresa de salazones Martínez y Ródenas, viaja desde Albacete a Alicante. Pronto se duerme y en el tramo entre Alpera y El Ángel, el mismo en el que Pujante actuará contra Toni, le despiertan dos individuos entrando en el compartimento. Apuntándole con revólveres le exigen dinero y alhajas. Ródenas les entrega trescientas pesetas y un reloj de oro. Cuando los ladrones deciden irse, Ródenas les cuenta que siendo forastero y careciendo de amigos en Alicante le creaban una difícil situación. "Los ladrones le devolvieron 50 pesetas para hospedarse y telegrafiar a su familia pidiendo fondos." Percibiendo su benevolencia, Ródenas suplica a los atracadores que le devuelvan el reloj "por ser recuerdo de familia". Los atracadores se lo devuelven "a condición de que les permitiera asegurar su retirada". Antes de huir envuelven al señor Ródenas en una manta y le tienden sobre el vagón, inmovilizándolo.

Y el subtítulo de la noticia dice que "no le mataron porque no quisieron". Todo fue en quince minutos. En la crónica también se comenta que "en el departamento inmediato al de Ródenas iban personas conocidas y un teniente de la Guardia Civil". Y el título de la noticia dice: "la seguridad en los trenes" (1).

Por lo de Ródenas, por lo de Toni, por lo de las señoras sorprendidas en el coche cama, el tramo entre Alpera y Almansa cogió fama de maldito. Ante la inseguridad los periódicos subtitulan utilizando palabras de entonces con acepciones hoy desusadas. "Parece que se trata de una banda de apaches" publica "Heraldo de Madrid" para precisar, cuando lo de Toni, que "se trata de una nueva fechoría de una banda de bandoleros que dan señales de vida desde hace algún tiempo y asaltan trenes y roban a los viajeros entre Alpera y Almansa. / Hace poco tiempo robaron al comerciante D. Justiniano Ródenas, y en poco tiempo se han registrado otros golpes de mano tan audaces como el de referencia." (2) "Banda de apaches" dice porque "apache" también es voz usada por los periódicos de entonces para decir "bandido", "salteador".

Visto lo de Ródenas no es de extrañar que Pujante se apuntara la responsabilidad del robo. La devolución de cincuenta pesetas y el reloj a una lastimera víctima muestra cierta benevolencia y humanidad por parte de los atracadores. Como sagacidad, ingenio y pillería del empresario. No obstante, el subtítulo de la noticia –ya lo hemos dicho– dice que "no le mataron porque no quisieron".

El Habanero
Al que sí que mataron –nos remontamos a la noche de dieciséis de noviembre de 1918– fue a Piqueres, empleado en la empresa de Ródenas. Fue en Alicante. Nos lo contó con magisterio de periodista Enrique Cerdán Tato. El crimen contra Vicente Piqueres Muñoz fue un sábado por la noche. Moriría dos días después en el Hospital Civil. A las cinco de la tarde. Vicente Piqueres Muñoz, empleado de los almacenes de salazones Martínez y Ródenas, vivía en la prolongación de la calle Castaños número 20. Hombre de buena conducta, casado, tenía seis hijos. Tres de ellos padecían parálisis. Tenía seis hijos y treinta y siete años. La noche de autos se lo encontraron casi muerto dos jóvenes novilleros, "Levantino" y "Metrallero", cuando iban hacia al Bar Trueno regentado por Federico Llopis. El bar, sito en la calle de San Vicente o de los Árboles, era el bar donde había estado el malogrado Piqueres. Los novilleros piden ayuda y acuden varias personas y algunos vigilantes. Lo conducen a la Casa de Socorro. Allí a un Piqueres agonizante aún le quedan fuerzas para acusar de su agresión al "Habanero". Lo hace ante el juez Antonio Aguilar. Del "Habanero" comentan que fácilmente pueda tener sobre sus espaldas ocho víctimas. "El Habanero" trabajaba en la Fábrica de Tabaco.

Tiene fama de matón a sueldo. Melchor García García, alias "El Habanero", ante el director de la cárcel de Benalúa se presentará como autor de la agresión contra Piqueres. Dice que fue en defensa propia. Dice que Piqueres llevaba un bastón y... Algunos testigos de aquella noche no recuerdan que la víctima llevara bastón ni hoja de cuchillo que le encontraron en el bolsillo ni... El careo ordenado por el juez entre "El Habanero" y Vicente Piqueres no fue posible. Éste agonizaba. Muriéndose. En los periódicos, en la calle, todo son quejas contra la pasividad de las autoridades ante las violencias que se repiten (3).

Carbonizada
También peor suerte tuvo el día de su santo doña Encarnación Ruiz. Aquí por accidente. Al cabo otro suceso. Otra tragedia. El mismo accidente en el que, por cierto, salvó la vida la esposa de Justiniano Ródenas, Pilar González Ruiz, hija de doña Encarnación. La señora Encarnación Ruiz, casada con Luis González Verdejo, ingeniero jefe agronómico de la provincia de Alicante, celebra su onomástica con una comida familiar. Es en Alicante y domingo veinticinco de marzo de 1928. Después de la comida, su hijo Mario invita a dar un paseo en automóvil. En el automóvil, con otros miembros de la familia y alguna amistad, viaja la mujer de Ródenas. También va el chófer Francisco Mateo Gómez pero conduce Mario González Ruiz y... "Al llegar al Alto de las Atalayas, cerca de la llamada 'Casa de la Muerte', al hacer un viraje efectuolo tan bruscamente el conductor, que produjose un reventón en uno de los neumáticos del juego delantero de ruedas. Frenó rápidamente y el coche dio una vuelta completa incendiándose el depósito de esencia, corriéndose las llamas, avivadas por el viento huracanado (...)". El coche cerrado, los ocupantes dentro. Suerte que pasó un taxista y rompiendo los cristales del auto siniestrado logró que salieran los viajeros. Heridos y con quemaduras. Salieron todos menos Encarnación Ruiz que pereció entre las llamas. Carbonizada. Ni el taxista, señor Beltri, ni otro conductor que pasó por allí, Vicente Sansano, pudieron sacar a doña Encarnación. El coche era un Buick, de la General Motors. En la misma página donde leemos la tragedia se anuncia un lujoso Studebaker Erskine Six. "Para el deporte, para la ciudad" (4).

Notas
1. "La seguridad en los trenes". En El Sol, Madrid, 04. 01.1920, p. 9.
2. "Otro crimen en un tren". En Heraldo de Madrid, 23.01.1920, p. 2.
3. CERDÁN TATO, Enrique (1991): Matar con Mozart y 29 atrocidades más, Aguaclara, Alicante, p. 61 y ss.
4. "Un trágico accidente". En Diario de Alicante, 26.03.1928, p. 3.

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