Alcaraz sufre su primer susto en Roland Garros 2024
Iba camino de arrasar, pero una desconexión propia entregó el tercer set a su rival y le complicó el partido más de lo previsto
Carlos Alcaraz se ganó un toque de atención en Roland Garros. De nuevo en la pista central Philippe Chatrier y bajo techo, donde aniquilara a J.J. Wolf en la ronda inaugural, el domingo. Tres días después, como si de un volver a debutar se tratara, iba camino de arrasar, pero se llevó un susto por una desconexión propia.
La cubierta retráctil permaneció cerrada de principio a fin. Mientras París se bañaba en agua de lluvia, muchos partidos quedaban suspendidos por la reiterada adversa meteorología, Carlos Alcaraz pasaba de un extremo a otro en minutos.
Derrotó al neerlandés Jesper De Jong, 23 años y 176 del mundo, procedente de la fase previa, por 6-3, 6-4, 2-6 y 6-2 en 3h.08'. Alcaraz, 21 años y nº 3, tenía ganas de quitarse de encima la incómoda segunda criba, y casi paga ese deseo excesivo de pasar página en una cita con mucho que perder y una miseria de recompensa para alguien que tiene dos títulos de Grand Slam y aspira a estrenar su palmarés en París
Había proclamado que el antebrazo derecho había superado la previa, como también su tenis. Que pese a la parquedad de encuentros en una gira de tierra batida mínima debido a la lesión muscular enseguida se ponía a tono competitivamente. Un discurso que seguía plasmando hasta que sufrió un cortocircuito.
Había coqueteado con los adornos, consciente de su superioridad, pero en el circuito todo el mundo juega muy bien, no hay concesiones. Bastó que Alcaraz se 'marchara' unos minutos de la cancha para que De Jong se disparase. Había mostrado su descaro. Es valiente y agresivo con su tenis. Encaró la cita como una oportunidad y no un castigo. Y se lo pasó mejor de lo que pudiera imaginar metiendo un 6-2 al murciano.
"Dale continuidad". "Positivo, sigue, sigue". Juan Carlos Ferrero, técnico de Alcaraz, arropando a su pupilo en un delicado comienzo de cuarto set. Consciente de la pérdida de confianza de su jugador, trabajó a destajo con lo que podía para ayudar a que recuperase la concentración.
Sin Montecarlo ni Godó, sólo tres partidos en Madrid, antes de que un edema muscular en el antebrazo provocara un segundo parón, la ausencia en Roma, Alcaraz experimentó el vértigo de no tener antecedentes recientes para lidiar con un momento inesperadamente delicado. No entraba en el pronóstico sufrir con De Jong, que disputaba su segundo Grand Slam, que se mueve mas en la Segunda División de los torneos Challenger. Le pilló desprevenido.
Carácter y calidad no faltan. "Cada punto, cada punto", pedía Ferrero. Se agarró Alcaraz, también entró en juego la responsabilidad que se apoderó de un De Jong no tan suelto como no tenía nada que hacer. Tampoco está el neerlandés acostumbrado a este tipo de presión y tantas horas de juego con un grande, por lo que precisó de asistencia, masajes en los muslos.
Alcaraz salió vivo. Sonaron las alarmas, las apagó. Acabará siendo un entrenamiento de mucha calidad para emociones más fuertes.
Podría reencontrarse en la tercera eliminatoria con el estadounidense Sebastian Korda, hace un par de temporadas verdugo en la tierra de Montecarlo, ante un Alcaraz cansado y cuando él no había sufrido una lesión de muñeca que le apartó del grupo de arriba. O cabe la opción de un cruce, teóricamente más cómodo, con el surcoreano Soonwoo Kwon. Si la lluvia permite una resolución normal.
Alcaraz ya respira tranquilo. Las dificultades también ayudan para crecer de repente. Nada como un buen susto superado para reflexionar y sacar conclusiones positivas.
"El ranking no importa, en este tipo de torneos cualquier rival te pone en problemas. Debes estar concentrado en cada partido, saber que tienes que jugar a tú mejor nivel", significó en pista Carlos Alcaraz.