Algo está fallando
Hoy me he desayunado con una nueva muerte por violencia de género y de nuevo mojo la impotencia en café con leche. En lo que llevamos de año 27 mujeres, hasta el día que redacto, han perdido la vida a manos de sus parejas o ex-parejas. 27 mujeres que por el mero hecho de decir NO han sido asesinadas.
Me preocupa este asunto, me preocupa seriamente, en mayor medida porque es consecuencia de tantas variantes interrelacionadas entre sí y aderezadas con tan alta cantidad de situaciones, entornos, disposiciones o predisposiciones que hacen complicadísimo encontrar el hilo del que empezar a tirar para desenvolver la maraña que supone esta lacra, porque la sencilla pregunta que a su vez puede contener la definitiva respuesta una vez encontrada o acordada entre todas las partes, profesionales, sociales y legales, sería ¿dónde se hizo el primer nudo de la madeja? Todavía no ha sido contestada.
Combinaciones, todas las imaginables. Algunas voces aluden a la economía como la madre del cordero en este tema y puede que estén en lo cierto, pues realmente existen dependencias mutuas que impiden la escapada. Mujeres que todavía necesitan económicamente de su pareja para poder subsistir. Si hay hijos el hilo se engorda, y se enrocan en relaciones demenciales con los finales conocidos, o los imaginados que continúan sumergidos. O por el contrario, también se produce desde la manutención de ellos con respecto de ellas, y al menor intento de huida esto hombres ven alejarse en un solo gesto dinero y posesión, y esa pérdida no es fácil de digerir. Un dato a tener en cuenta es que este año, en plena crisis, con tasas de paro altísimas, hogares donde la convivencia se ve forzada ante la ausencia de trabajo y con ello la imposibilidad de salir de casa algunas horas al día, se ha visto incrementado el número de víctimas en comparación con el mismo mes del año anterior. La economía de nuevo o sus circunstancias se ven directamente implicadas, pero a su vez son coyunturalmente incontrolables, pues se escapan como pez mojado de la mano general que debe velar por la seguridad particular.
Si un hombre o una mujer dependientes económicamente uno del otro son incapaces de convivir en los malos tiempos, seguramente las bases de esa relación hayan sido levantadas con ladrillos huecos que se quiebran al mínimo temblor, por lo que vuelvo a pensar que si bien es un importante desencadenante no es la base de la explosión, pues en economías saludables también se da.
Creo que sigue siendo una incógnita para profesionales y profanos dilucidar con una relativa certeza qué lleva a un hombre, en un momento dado, a preferir ser un asesino y acabar con sus huesos en la cárcel que retomar una vida sin pareja, porque aquí huelga el sentido económico y creo que aparece un cabo importante sobre el que trabajar, porque esta vital decisión tiene muchas posibilidades de llevar pareja un matiz educacional o moral en el hombre que provoca la eclosión y la cuestión podría ser: ¿de dónde nace este sentido del mía o de nadie? Es cierto que estas muertes solamente representan el 0.001% del total acaecidas de modo violento en la población, pero esta alegación que algunos recalcan para quitarle importancia es una barbaridad, ya que el problema no es el cuánto sino el por qué. Un por qué todavía sin resolver que, a pesar de los nuevos tiempos, de los esfuerzos realizados en este sentido, de la protección legal, del nuevo ministerio y los euros dedicados, arroja unos datos tozudos que insisten en decirnos que algo hemos olvidado en el camino.
Teléfono de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género: 016
Emergencias: 112