Cartas al Director

Alta velocidad

Para empezar, el AVE es un tren diseñado por los ricos, que aplauden los pobres, que pagan los pobres y que usan y disfrutan los ricos. Así de claro.
Desde hace años, España se ha convertido en el paraíso de la llamada Alta Velocidad. Un sistema ferroviario que apuesta por el trazado de nuevas líneas que básicamente conectan ciudades importantes y en las que las estaciones intermedias quedan abandonadas. Siendo que el tiempo invertido en el trayecto parece ser la panacea y el ranking para delimitar su eficiencia, lógicamente, estos trenes deben circular a una velocidad superior a los convencionales para poder rentabilizar la inversión. El caso es que un país como España, el segundo más montañoso de Europa tras Suiza, se ha convertido, o se está convirtiendo en la tela de araña férrea para disfrute de los más adinerados, de los ejecutivos, de los hombres de empresa…, cuyo valor del tiempo lo miden de otra forma a como lo hacemos usted y yo. El tiempo es oro, vienen a decir, lo que ya no está tan claro es quién se queda con el oro.

Miren, a partir del día 18 de diciembre del año en curso, el precio del tren Alvia entre Villena y Madrid se verá incrementado en 24 euros. Veamos, actualmente el precio del citado billete es de sesenta y seis euros, ida y vuelta, y la duración del trayecto es de dos horas y cincuenta y seis minutos (ida) . El precio nuevo por el mismo servicio será de noventa euros, y el tiempo invertido de dos horas y treinta y cinco minutos (ida). Es decir que el viaje se acorta en veintiún minutos pero se encarece en veinticuatro euros. Un cálculo sencillo nos dice que cada minuto de menos nos sale a un euro de más. Y ¿por qué?, pues porque a partir del día 18 la mayoría de trenes con destino a Madrid, y desde Albacete, usarán la nueva línea construida del AVE. Esto es lo que hay.

Ahora, usted lector o lectora y yo vamos a hacer un simple ejercicio de cómo emplear esos veintiún minutos con los que vamos a disfrutar de lo lindo por Madrid. Ejemplos: veintiún minutos más para ver el Museo del Prado; veintiún minutos más para deambular por la Puerta del Sol; veintiún minutos más para contemplar la Puerta de Alcalá; veintiún minutos más para pasear por el Retiro; veintiún minutos más para tomarnos unas cañas por sus bares; veintiún minutos más para poder elegir mejor el menú del día de cualquier restaurante sin pretensiones (a los famosos ni usted ni yo vamos, de acuerdo); veintiún minutos más para viajar en metro; veintiún minutos más para comprar lotería de Madrid (que dicen que toca)…. En fin, ¡cuántas cosas podremos hacer con ese precioso tiempo que la tecnología nos pone al alcance de la mano! Claro que, a quienes el viaje en tren les suponga un placer por lo de ir leyendo, echar una cabezadita, contemplar el paisaje…, pues veintiún minutos menos, ¡qué se le va a hacer! Pero tranquilo, pueblo soberano, que la Alta Velocidad, para que sea alta, altísima de verdad y no nos dé tiempo ni a leer el periódico, ya falta menos, entonces el tiempo se reducirá al máximo y… ¡cocidito madrileño!

Como están observando utilizo la ironía –por si alguien no se ha dado cuenta– ya que si escribo lo que pienso en serio, la punzada en el pecho será mayor. El tren está siendo colonizado por quienes no disfrutan del viaje sino que lo ven como instrumento para su trabajo. Es chocante que aún haya personas que aplaudan rabiosamente este medio llamado AVE, cuando en su vida cogerán este tren, y de paso nos hacen la puñeta a quienes sí hemos sido viajeros al tren, seguimos siendo viajeros al tren y… no sé, mañana. Este producto del AVE nos lo han vendido tan bien –progreso, avance, puestos de trabajo, eficiencia, confort…– que casi parece algo medieval oponerse; no importa que sea depredador con el medio ambiente, mayor consumo energético y más caro, además, actualmente ya disfrutamos de una muy eficaz, rápida y estupenda línea de trenes actuales. Sin embargo, el AVE tiene “glamour”, pero un “glamour” que se paga, que lo paga el pueblo unido.

En Villena, el asunto del tren es motivo de debate, de polémica, de enfrentamiento y en su penúltimo capítulo, de frustración. Sabemos que la Alta Velocidad será alejada a varios kilómetros de la ciudad (habrá que enlazar con algún autobús urbano la estación y el centro, supongo). Y no sabemos aún qué pasará con las vías convencionales. Todo un cúmulo de despropósitos que hacen que el oropel y el brillo del famoso AVE reluzcan más.

Lo dicho, ya casi tenemos AVE. Bienvenidos al club, nos vemos en…¡Albacete! : No da para más.

Fdo. Francisco Tomás Díaz

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