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Análisis musical de “La Conversión de Villena”, poema sinfónico de Gaspar Ángel Tortosa

La Conversión de Villena es un poema sinfónico, es decir, una obra musical que describe una historia, una situación o un argumento que puede tener un origen literario. Su finalidad es la de acompañar musicalmente a la representación teatral de la Conversión de Moro al cristianismo de Villena, y su duración coincide con la de esta última (algo más de 33 minutos), aunque el autor le ha añadido dos partes orquestales breves al comienzo y al final de la obra, un preludio y un final, que recogen los temas principales de la misma.
Es una obra continua, aunque se haya dividida en 18 partes, que se interpretan una a continuación de la otra de forma continuada, esto es, sin realizar pausa alguna entre ellas. Con todo, en la obra se pueden apreciar dos grandes partes en lo que corresponde al texto de la representación teatral, y ambas son un reflejo perfecto de lo que ocurre en dicha representación. La primera de ellas refleja la acción de la primera mitad de la obra literaria, que culmina en la lucha entre el moro y el cristiano y la derrota de este último. Se caracteriza por los ritmos vivos y las melodías árabes. La segunda refleja lo que ocurre en la segunda mitad de la obra literaria, desde el monólogo del moro hasta el final, con la conversión y el bautismo del moro. Se caracteriza por el ritmo más pausado y por el protagonismo de la melodía, que expresa los sentimientos profundos que expresa el texto literario mediante varios temas muy bien definidos, con distintas variantes cada uno de ellos, tanto de tipo melódico como de tipo tonal e instrumental.

La obra se inicia con un brillante preludio orquestal (largo ritmico e cantabile) en el que se expone y se desarrolla el tema principal de la obra, en una de sus variantes melódicas. Está introducido por la flauta, el fagot, acompañados por el violoncelo sobre un ritmo muy característico marcado por el tímpano y la percusión. El tema se repite varias veces, subiendo el tono y aumentando en cada una de ellas el número de instrumentos y la densidad sonora de forma paulatina, todo ello con un ritmo muy marcado y muy expresivo, para terminar con un tutti orquestal que desarrolla el tema con toda su brillantez.

Primera parte
En la primera mitad de la obra, un breve pasaje orquestal más rápido (allegro con spiritu) que acaba con una melodía árabe bien identificada acompaña a la aparición del moro en escena, y a continuación se suceden las melodías, árabes muchas de ellas, acompañando a la intervención del moro y matizando los diversos estados de ánimo de éste en cada momento de su intervención. La intensidad orquestal acompaña muy bien a la intensidad dramática en el momento en el que va a rasgar la imagen de la Virgen que había encontrado en su campamento (andante con forza). Un silencio orquestal se produce cuando el cristiano lo interrumpe gritando “¡Detente, bárbaro impío!”. La música adecuada a la escena acompaña igualmente la intervención del cristiano (allegro e ritmico), cambiando el tema musical cuando se refiere a la Virgen, con un tema muy adecuado para ello (andante molto espressivo). Esta escena da paso a la lucha con espadas entre el moro y el cristiano, que está acompañada brillantemente por la orquesta (andante con forza). En el momento culminante de la lucha, suena un tutti orquestal a ritmo de marcha mora (largo e resolutivo) que refleja muy bien la acción que se está desarrollando en el escenario. Terminada la lucha y vencido el moro, las palabras de este último y la respuesta del cristiano aparecen acompañadas por un tema suave (moderato molto espressivo) que prepara la brillante irrupción del tema principal en la escena siguiente.

Tema principal
El tema principal es el que aparece en ese momento (largo intenso e brillante), al comienzo del monólogo del moro, y se repite algo más lento (moderato molto espressivo) con distintas variaciones a lo largo de toda esta parte de la obra, con la única excepción del final del monólogo (misterioso), que prepara la entrada del siguiente tema orquestal. También se utiliza el tema principal de forma muy brillante, mediante un tutti orquestal, en la escena del bautismo del moro. Es el tema que protagoniza íntegramente el preludio orquestal de la obra y también el que inicia el final orquestal de la misma. Este tema, muy brillante y fácil de identificar, presenta cuatro variaciones melódicas. La que se utiliza en el preludio, se repite de forma sucesiva con distintas variaciones tonales e instrumentales para terminar con un tutti orquestal. Es la misma variación melódica del principio del monólogo del moro, que comienza con una introducción orquestal donde se expone brillantemente el tema, interpretado por las trompetas, y continua con sucesivas variantes tonales e instrumentales, para dar paso a dos variaciones melódicas más.

Un brillante crescendo orquestal (misterioso) acompaña a las últimas estrofas del monólogo y, por tanto, al final del mismo, que da paso a otro tema orquestal interpretado brillantemente y de forma majestuosa (adagio maestoso) mientras el moro se halla tumbado en el suelo tras el monólogo. Este último tema, y en ese mismo tempo, acompaña al diálogo que mantienen el moro y el cristiano sobre el asunto de la virginidad de María y la metáfora del rayo de luz que atraviesa un cristal “dejando sin romper el vidrio”. Al haber convencido el cristiano al moro para que se convierta al cristianismo (adagio e brillante), éste se prepara para el bautismo con la escena del Despojo, que se desarrolla acompañada de forma brillante por la orquesta (largo emotivo e grandioso), alternando los pasajes musicales suaves (flauta, óboe, clarinete y violín), cuando habla el moro, con los tutti orquestales, cuando éste se va despojando de sus vestiduras.

El Bautismo
El final del despojo da lugar a la escena del bautismo, que es sin duda el momento culminante de la obra, tanto de la parte literaria como de la musical, y la orquesta juega un papel importantísimo en toda la escena, con la utilización de dos variantes del tema principal (el del monólogo del moro). Una de ellas es la que se utiliza en la escena del bautismo del moro, con un tutti orquestal con acompañamiento de campanas, que le dan una solemnidad y una brillantez muy destacables. En el momento inmediatamente anterior al bautismo, se utiliza una variante instrumental de la variante melódica del principio del monólogo (largo intenso e brillante), siendo las trompetas las que interpretan el tema principal con el acompañamiento de la caja y el sonido de las campanas.

En el momento inmediatamente posterior al bautismo, se utiliza una variante instrumental de otra de las variantes melódicas del monólogo (largo brillante e molto espressivo), pero esta vez a cargo de toda la orquesta. Esta última variante melódica del tema principal es la misma que la anterior con un adorno o melisma, y es la que se utiliza en el inicio del final orquestal de la obra. Entre las dos variantes melódicas del tema, y coincidiendo con el momento exacto del bautismo, aparece otro tema muy solemne adecuado para la escena el la que el cristiano bautiza al moro, también con el acompañamiento de campanas.

Gran riqueza melódica
A continuación de la escena del bautismo y el posterior abrazo entre el moro y el cristiano, acaba el tema principal y comienza un nuevo tema, muy melódico (andante molto sentito), que se desarrolla durante la escena de la plegaria del cristiano. Se repite dos veces acompañando al texto del cristiano, la primera con el clarinete y el violín y, la segunda, con la participación de casi todos los instrumentos de la orquesta, pero sin la percusión. La tercera vez, el tema se repite solamente con la orquesta en un nuevo tutti orquestal muy emotivo. Tras él, el metal (corno inglés, trompetas y trombones) y la percusión dan paso a la arenga del moro a sus tropas y al brillante final de la representación, que resulta espectacular debido al texto y, sobre todo a la música que lo acompaña (adagio brillante), cuyo ritmo, tempo e instrumentación, así como el acompañamiento de campanas, resultan muy efectivos y aprovechan al máximo las posibilidades sonoras de la orquesta.

Al acabar la música, y con la orquesta en silencio, el cristiano grita “¡Viva la Virgen de las Virtudes!” y empieza inmediatamente el final orquestal de la obra, brillante y espectacular, con el tema principal (largo brillante e molto expressivo) en su última variante (la posterior al bautismo), que repite dos veces en distinta tonalidad, dando paso al tema del bautismo (andante resoluto) y al final de la obra (adagio emotivo e grandioso y andante vittorioso), con una instrumentación, acompañada de campanas, que pone fin de forma espectacular a toda la obra.

Hay que destacar la riqueza melódica de la obra, con el uso frecuente de la música modal, sobre todo árabe y medieval cristiana, así como el predominio del consonantismo, aunque hayan algunas disonancias muy discretas. Igualmente, hay que destacar que nunca se repite un mismo tema de forma idéntica, sino que los temas siempre se repiten con múltiples variaciones tonales, instrumentales e incluso melódicas. Hay que señalar igualmente que los sucesivos temas de la obra van apareciendo en ella perfectamente introducidos y enlazados entre sí, de manera que no se producen cambios bruscos en toda la obra y, por el contrario, se mantiene perfectamente el equilibrio de todas sus partes, que se van sucediendo una tras otra de una manera completamente natural, a pesar de las diferencias musicales entre ellas. Esto le da una sensación de continuidad que concuerda muy bien con la continuidad que presenta el texto literario, en el que igualmente están muy bien enlazadas las distintas escenas de la obra.

José Fernando Domene Verdú

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