Ante todo, educación
Abandonad toda esperanza, salmo 436º
Y también mucha calma, como decían Siniestro Total. Debido a mi labor como profesor intento leer cualquier libro sobre educación que cae en mis manos; y sin duda, de entre los más recientes el que me parece más completo -sobre todo de cara a los profesionales de la docencia- es (H)educación se escribe sin hache de Ángel Santamaría, colega del área de Lengua y Literatura que ya era profesor de Secundaria cuando servidor todavía cursaba 4.º de EGB. En este verdadero compendio sobre la situación de la educación en España aunque apenas supere las doscientas páginas y se lea con soltura y creciente interés, el autor desgrana con rigor no exento de sentido del humor (esa herramienta didáctica con la que los profesores deben contar sí o sí) los males casi endémicos de nuestro sistema educativo, empezando por las sucesivas reformas y su empleo político, siguiendo por cuestiones espinosas como la confrontación entre escuela pública y privada, la polémica asignatura de religión o el abandono escolar... y así hasta llegar a la temida ley LOMCE, que cuando se publicó este libro en marzo se oteaba en el horizonte y hoy es ya una realidad en las aulas de nuestro país. Si va a causar tantos estragos como se sospechaba, lo debatiremos el próximo verano y en cursos sucesivos... e imagino que en futuras ediciones de este libro indispensable.
Si usted no es docente pero sí padre (o madre, claro), y por tanto se ve en la tesitura de tener que bregar diariamente con sus vástagos, no estaría de más que le echase un vistazo a Aprender a educar, ensayo divulgativo donde el conductor del programa televisivo Hermano mayor Pedro García Aguado, aquí en colaboración con el profesor de Secundaria Francisco Castaño Mena, deja de lado el ofensivo sensacionalismo que conlleva hacer un reality para la pequeña pantalla y reúne una serie de consejos para, como aclara el subtítulo de la obra, "evitar el mal comportamiento y el fracaso escolar": la necesidad de adaptarse a los cambios de la sociedad, la conveniencia de establecer normas o la sugerencia de técnicas de estudio podrán ser de utilidad para muchos.
En cambio, si usted que me lee no es docente ni padre sino estudiante, debería saber que un clásico reeditado varias veces ya es Técnicas de estudio para Secundaria y Universidad de Miguel Salas Parrilla, y que ahora vuelve a ponerse en circulación en una edición actualizada de bolsillo (y este es un libro para, literalmente, llevarlo en el bolsillo a menudo) en la que se repasa los factores del éxito académico, cómo (y cuándo, y dónde) se debe estudiar, cómo sacarle un mejor rendimiento a la memoria o cómo realizar un trabajo escrito (incluyendo esas referencias bibliográficas que llevan de cabeza a mis alumnos y de paso a mí). Este es, pues, un manual útil; algo que debería ser un pleonasmo pero que lamentablemente no siempre lo es.
Como decía al principio, el sentido del humor es imprescindible para casi todo; y para encarar el proceso de enseñanza / aprendizaje, ejerzas de docente o de alumno, más. Por ello no puedo dejar de recomendarles EGB vs. ESO, una sucesión de viñetas a cuál más divertida en la que Bea Tormo nos recuerda a aquellos que hemos vivido ambas etapas (normalmente, como en mi caso, la primera como alumno y la segunda como profesor) que las cosas han cambiado mucho y que no se puede luchar contra ello. Al contrario, más vale aceptarlo con resignación e, insisto, humor. Ya saben: adaptarse o morir.
(H)educación se escribe sin hache, Aprender a educar, Técnicas de estudio para Secundaria y Universidad y EGB vs. ESO están editados por Debate, Grijalbo, Alianza y Planeta DeAgostini Cómics respectivamente.