Cartas al Director

Apolíticos

Hay muchas personas que, cuando se habla de los asuntos de la ciudad, la Autonomía o de España, relacionados con el Gobierno, sea éste local, autonómico o nacional, enseguida sacan a relucir la afirmación: “yo soy apolítico”.
Para empezar, opino que nadie es apolítico. Y nadie puede ser apolítico porque vivimos en comunidad, y viviendo en comunidad nos interesa lo que ocurre en ella. Es imposible satisfacer nuestras necesidades sin el concurso de los demás. Piense en la agricultura, en la industria, en el comercio, en la sanidad, en la educación…; habitamos un mundo interdependiente en el que lo que ocurra a una sociedad tiene su repercusión en otras –ejemplo, la crisis–, no digamos si las que la sufren son las sociedades ricas: inmediatamente exportan la pobreza al resto de países. Por consiguiente, partiendo de la base de que vivimos en comunidad, no podemos salirnos del guión y llevar una vida monacal alejada del mundanal ruido. Entonces, ¿qué se quiere decir con “yo soy apolítico”? Sospecho, con fundamento, que lo que se intenta es ser “neutral”(?) en la lucha que mantienen los partidos políticos; dicho de otro modo, ser apolítico es no pertenecer a ningún partido y muchas veces abominar de las peleas e insultos, sobre todo cuando llega la campaña electoral previa a elecciones. Es este espectáculo el que muchas personas no toleran, sintiendo que “los políticos” llevan su discurso y que se olvidan de la ciudadanía –excepto en elecciones, claro–. Las más de las veces asistimos a esa especie de guerra en la que vale casi todo y en la que unos “políticos” les dedican a otros “políticos” caricias y lindezas de todo tipo. Por eso la gente se hace “apolítica”. O sea, que se aparta de ese juego, no quiere saber nada, no comparte las guerras de guerrillas. Conclusión, la “clase política” contribuye con su actuación a que la ciudadanía se aleje de eso que damos en llamar “la política”. En España los partidos políticos tienen poca afiliación comparado con los votos que reciben. Es normal, ya quisieran ellos tener diez millones de afiliados, o la mitad de la mitad. Los partidos representan opciones para gestionar la vida pública. Tradicionalmente los partidos políticos intentaban diferenciarse en cuanto a su ideología: liberales, socialistas, comunistas, anarquistas, democristianos, socialdemócratas… Ocurre hoy día parece que esto de la ideología es algo así como una reliquia. ¡Ideologías, vaya!

Bueno, pues que no nos confundan, y que no te confundan a ti también, “apolítico”. Pondré algunos ejemplos. Si un gobierno, digamos el local, invierte el dinero en arreglar el alcantarillado o la conducción de agua potable –aunque no se vea, ni tenga lucecitas de colores– en vez de poner nuevas farolas, eso es hacer política. Si apuesta por favorecer al pequeño comercio y no al de grandes dimensiones, si arregla los jardines pero se olvida de las calles menos céntricas, si construye un circuito de velocidad y descuida la ayuda a los desfavorecidos –perdón si parece Valencia–, si fomenta la vivienda y no la especulación urbanística… Llevar a la práctica el presupuesto es hacer política, lo queramos o no.

El otro día leí que cuando una persona dice que es apolítica acaba votando a la derecha. Quizás haya algo de cierto porque si quien se declara apolítico lo fuera de verdad –y me limito a Villena–, seguramente no participaría en las elecciones porque “todos son iguales”, no firmaría a favor de tal o cual “plataforma” porque eso es “hacer política”, no hubiese ido a ningún pleno a organizar bronca porque eso es “política”, le daría igual si le suben o le bajan los impuestos porque protestar es “hacer política”… y tantos ejemplos más.

Si hubiera tantos apolíticos convencidos, en Villena es imposible que hubiese ganado las elecciones por mayoría absoluta el PP. De todos modos, para que no se enfade nadie, diremos que hay “apolíticos de derecha y de izquierda”, aunque abunden los de derecha. Bertolt Brecht dijo que “el peor analfabeto es el analfabeto político”. Yo no quiero ser tan duro, ni mucho menos, además Brecht era comunista, ¡pobrecito, padecía de ideología! Resumiendo, conviene saber qué queremos decir con la afirmación “soy apolítico”, no sea que la máscara nos delate

Para acabar, Aristóteles acuñó aquello de “animal político”. Aristóteles, ¿sería del PSOE o del PP? A lo mejor era de Izquierda Unida, o de Los Verdes, vaya usted a saber. En fin, que… yo sólo sé que soy político.

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