Historia

Apuntes sobre la Vía Augusta

Para la administración romana, las vías de comunicación en Hispania fueron relevantes en el proceso de la conquista militar y en el control social y económico del territorio conquistado. Los romanos trazaron una red de carreteras, conocidas como calzadas, que permitían el desplazamiento de los ejércitos, el transporte de las mercancías y el tránsito de viajeros. Las rutas estaban jalonadas por miliarios o columnas de piedra de 2 a 4 m de altura, que se colocaban cada 1.478,50 m, el equivalente a una milla o mil pasos romanos. En ellos se grababa la distancia que había entre el miliario y el punto de origen de la vía, y también el nombre del emperador que mandó realizar la calzada o reconstruirla.
Había tres tipos de vías. Las más grandes eran las públicas o militares que estaban conectadas con Roma y eran de acceso libre para los viandantes. Las secundarias eran mantenidas y construidas por los latifundistas locales. Por último, las vecinales eran caminos rurales que unían las poblaciones con las villas de su entorno.

La construcción de los caminos conllevaba la búsqueda de un terreno idóneo, en el que se realizaban los trabajos de cimentación hasta alcanzar una superficie firme. Sobre ésta se disponían diferentes capas: grandes piedras (statumen) en la base, encima, arena y gravilla (rudus) y finalmente, una capa superficial formada por amplias losas de piedra o por cantos rodados o tierra compactada, según la importancia de la calzada (pavimentum).

Referencias escritas
Existen diferentes fuentes de información sobre el recorrido de la Vía Augusta. El geógrafo griego Estrabón realiza una descripción general del trazado en su obra Rerum Geographicarum. Otros testimonios se refieren a los Vasos Apolinares o de Vicarello. Se trata de cuatro vasos de plata con forma de miliario, donde aparecen grabados los nombres y las distancias entre las distintas estaciones de parada que hay desde Gades a Roma. Al parecer, un personaje desconocido, de cierta relevancia social, realizó este recorrido. Cuando llegó a Roma se dirigió a la estación de Apolo para una estancia de cura balnear y ofreció los vasos al dios del manantial. Fueron hallados en 1852 junto al Lago Bracciano, en la localidad termal de Vicarello. La siguiente fuente de información es el Itinerario de Antonino, un documento del siglo III dC en el que se recopilan 372 caminos romanos de los cuales, treinta y cuatro, corresponden a las provincias hispanas. En ellos aparece detallada la longitud, la localización y los nombres de las mansiones o estaciones de parada que jalonaban el trazado. Por otra parte, La Cosmographia de Rávena es un escrito que recoge información de un mapa del siglo III, al que se han añadido otros datos más recientes del siglo VII, la fecha de su compilación. Presenta muchas variantes introducidas por copistas medievales que describen itinerarios romanos.

La gran mayoría de las calzadas romanas se construyeron sobre antiguos caminos ibéricos. El más importante es la denominada Vía Heraklea, conocida como Vía Augusta por las reconstrucciones y rectificaciones efectuadas por el emperador Augusto. Así pues, en la etapa imperial romana se trataría de una vía pública que, en líneas generales, coincidiría con el trazado de un antiguo camino que ya había sido utilizado en el periodo tardo-republicano. Su recorrido a lo largo de la costa mediterránea se divide en dos tramos: desde el Pirineo hasta Cástulo (Jaén) y desde aquí hasta Gades (Cádiz). Esta vía llegaba a nuestra comarca procedente de Játiva, atravesando el valle del Cáñoles. En el área comprendida entre Fuente la Higuera, Caudete y Villena se construiría un tramo nuevo que desviaría el trazado antiguo por motivos geoestratégicos. Según el arqueólogo F. Arasa, entre Fuente la Higuera y la Casa del Ángel habría una importante encrucijada de caminos, en la que se produciría la bifurcación de la Vía Augusta. Un ramal se prolongaría por los valles del Vinalopó hacia la colonia romana de Ilici (Elche) y desde ella hacia al puerto de Carthago Nova (Cartagena), y, el otro, denominado Camino de Aníbal, continuaría en dirección a Libisosa (Chinchilla). Ambos caminos, a través de diferentes itinerarios, llegaban hasta Cástulo (Jaén) para después completar la ruta hasta Gades (Cádiz).

La Calzada a su paso por Villena y Caudete
En 2004, las obras del trasvase Júcar-Vinalopó propiciaron que los arqueólogos Ferran Arasa y Guillen Pérez realizaran sondeos arqueológicos en el término municipal de Villena, en el Camino Viejo de Fuente la Higuera. Concretamente, en un camino rural que discurre al sureste del cerro del Cantalar. Las excavaciones permitieron documentar un tramo de vía de unos 5,80 m de anchura que conservaba carriladas de los carros. Este hallazgo se interpretó como un tramo de la mencionada bifurcación, cuyo itinerario rodearía por el Este los Altos de Madariaga y las Albarizas y seguiría hacia el suroeste por el camino Viejo de Villena a Fuente la Higuera, hasta enlazar con la carretera de Fontanares (CV-656), en dirección a la carretera N-330. Desde aquí continuaría hacia Villena y por los valles del Vinalopó llegaría a la colonia romana de Ilici.

Por otra parte, en el Camino Viejo de Fuente la Higuera a Caudete se hallaron restos del otro ramal de la Vía Augusta, estudiado por J .L. Simón y G. Ponce, a raíz de unos trabajos de excavación arqueológica (1988). Este tramo se prolongaría por la actual carretera local de Caudete-Yecla y a su paso por el núcleo urbano de Caudete pasaría al pie del Cerro de Santa Ana, donde se conservan restos de un asentamiento ibérico de los siglos II-I aC (Pérez, 1990). El trayecto continuaría desde este punto hacia la Vereda de Montealegre, rumbo al núcleo ibérico del Cerro de los Santos. Este recorrido por las tierras del interior se relaciona con el citado Camino de Aníbal, una vía prerromana que se encauzaba hacia Libisosa (Chinchilla).

Además de las vías de comunicación, otra de las transformaciones que experimentó el territorio fue la implantación del catastro romano. El emperador Augusto concedió gran importancia a la parcelación de los terrenos, creando fundus o latifundios para los militares licenciados. Estas parcelaciones, efectuadas en el terreno mediante cuadrados exactos o retículas ortogonales, se denominan centuriaciones. La centuria o parcela cuadrada se componía de 20 actus de lado que equivalían a unos 720 m.

El geógrafo Roselló Verger propuso en su estudio sobre el catastro romano de Caudete y Villena la existencia de cuatro áreas centuriadas (1980). La situada más al N, en el término de Caudete, comprendería los terrenos desde el Palacio hasta la finca del Derramador, que lindan con el mencionado Camino de Aníbal. Las otras tres, al sur de la anterior, tienen como eje principal el camino Viejo de Caudete a Villena. En este sector que se extiende hacia Villena se ubicarían los espacios centuriados del Blanco-La Congregación y las Casas del Campo-Casas del Padre, con sus correspondientes villas o establecimientos rurales.

Desde el siglo I aC
El arqueólogo villenense J.Mª Soler, en su estudio sobre la romanización de la comarca villenense, dio a conocer las villas de las Casas del Campo, la Casa del Padre, Candela (La Cañada) y Casa de Nazario. Estos fundus, insertos en diferentes áreas catastrales, estaban constituidos por las edificaciones residenciales del propietario y los trabajadores, las industriales destinadas a la producción de los alimentos, y los campos de cultivo. Actualmente, el Museo Arqueológico de Villena desarrolla un proyecto de investigación para conocer el proceso de romanización en el Alto Vinalopó. Una parte del estudio consiste en la excavación arqueológica de la villa de las Casas del Campo, ubicada en el corredor Villena-Caudete. Como ya apuntó A. Poveda en su trabajo sobre la romanización de las cuencas alta y media del Vinalopó, las Casas del Campo constituyen un referente cronológico del origen del establecimiento del catastro romano en la comarca. Los resultados de nuestras excavaciones avalan dicho inicio en el siglo I aC.

Bibliografía sumaria

ARASA I GIL, F., PÉREZ JORDÁ, G. (2005): “Intervencions en la Via Augusta a la Font de la Figuera (Valencia) i Villena (Alacant)”. Saguntum, 37, pp.199-207.

MOROTE BARBERA, J.G. (1979): “El trazado de la Vía Augusta desde Tarracone a Carthagine Spartaria. Una aproximación a su estudio”. Saguntum, 14, pp.139-162.

PÉREZ AMORÓS, L., HERNÁNDEZ ALCARAZ, L. (2014): “El balneum de la villa romana de Casas del Campo (Villena, Alicante). Resultados de la I y II campaña de excavación arqueológica”. Recerques del Museu d’Alcoi, 22-23, pp.41-52.

PONCE HERRERO, G., SIMÓN GARCÍA, J.L. (1986): La romanización en Almansa. Bases para su estudio. Cuadernos de estudios locales, nº 3. Almansa.

POVEDA NAVARRO, A.(1991): “Transformación y romanización del hábitat ibérico de las cuencas alta y media del Vinalopó”. Alebus, 1. Elda, pp. 65-77.

ROSSELLÓ VERGER, V.M. (1980). "Residuos de catastro romano en Caudete y Villena". Rev. Estudios Geográficos. Madrid: 5-13.

SOLER GARCÍA, JMª (1967): “La romanización de la comarca villenense”. Revista Villena, M.I. Ayuntamiento de Villena.

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