Aunque a lo largo de los días tenemos nuestros momentos, descubrimos que el espacio más adecuado para la reflexión es aquel que pasamos en soledad, una soledad aislada y concentrada, una soledad que no teme ser invadida, interrumpida, que no espera más sorpresas que las que ella misma pueda parir. Por eso, de pie frente al lienzo blanco, igual que descansando las nalgas sobre la silla y los dedos sobre el teclado, una vez sacudido el polvo de los pequeños problemas diarios y de los grandes problemas vitales, el pensamiento gira, o vuela, o se sumerge, de forma incontrolada pero certera.
Ni a la sombra ni haciendo sombra, la Asociación Artekarana inauguraba el pasado viernes la exposición Crisis en la Casa de Cultura. Allí se recogen las ideas y sensaciones sugeridas por la temática de la crisis de quienes por interés y disponibilidad quisieron participar en el proyecto. Un total de más de veinte trabajos realizados por otras tantas firmas. Un montante a todas luces destacable que vuelve a reafirmar la fuerza de esta asociación pictórica y el movimiento que acoge y genera, algo que hemos podido observar a lo largo de la serie de actividades que viene realizando desde su fundación.
Artekarana, impulsada entre otros ánimos por el del pintor Andrés Vidal, a quién Marisol destacaba en la presentación, resulta un empeño por apostar por la pintura. Pero desde una amplitud de miras en la que el concepto asociativo podría cobrar incluso más relevancia que el interés artístico individual. Las actividades que vienen realizando tienen que ver con la práctica de la pintura, con las relaciones sociales entre personas que comparten un mismo interés, con la consolidación de espacios de encuentro, de apoyo mutuo, y también, obviamente, con el arte.
Creo que Artekarana representa una de esas joyas con las que tiene suerte de encontrarse una ciudad. Lo creo cuando Andrés Vidal me dice que hay muchas más personas que todavía no se ven preparadas, pero que están en la asociación y algún día se decidirán a presentar su obra. Lo creo cuando le digo que Artekarana supone un espacio, y que es lo importante, que exista un espacio.
Y que es destacable ver como junto a quienes confrontan su obra con el público por primera vez, como Patricia Tomás, hay otros trabajos de artistas reputados que llevan años en el oficio, como Miche, o Paco Lacasa, o Fran López. Personas que me hacen pensar que existe una apuesta que va más allá de sus propias obras, que corre paralela a sus propios trabajos. Un camino compartido, un terreno que abrir, o crear, o labrar. Porque abrir las puertas del arte siempre va a ser una opción beneficiosa en todos los planos y en todos los sentidos.
