Abandonad toda esperanza

Asesinos

Abandonad toda esperanza, salmo 108º
Al hilo de los últimos trabajos de Neil Jordan y David Cronenberg les hablé de una nueva madurez del cine actual. Recuerden: este año se han estrenado cintas tan sólidas como Zodiac, Half Nelson, Juegos secretos o El buen pastor; una considerable mejoría respecto de la pasada temporada, donde solo Munich o Infiltrados podrían jugar en la misma liga. Hoy no puedo menos que reafirmarme en lo expuesto entonces y recomendarles dos títulos más: uno de ellos, una verdadera y agradable sorpresa; el otro, una recomendación tan previsible como Cassandra’s Dream, el nuevo film del que supongo ya sabrán considero uno de mis cineastas de cabecera.

Y es que a Woody Allen se le puede perdonar todo, incluso el traspiés que supuso Scoop, porque cuenta con una filmografía extensísima y casi incontestable jalonada de obras maestras de la talla de Manhattan, Hannah y sus hermanas o Delitos y faltas. A la lista de los mejores films del genio neoyorkino cabe sumar Match Point y la que ahora nos ocupa, primero y tercero de su reciente "Trilogía de asesinatos en Londres".

En este impecable cuento moral, Ewan McGregor y Colin Farrell interpretan a dos hermanos agobiados por la falta de dinero que verán en su adinerado tío la única salvación para sus problemas. Pero el precio a pagar será demasiado alto, y disparará una serie de acontecimientos imprevisibles...

Y si este film de Allen, de soberbio guión y espléndidos diálogos que funcionan a varios niveles, parecía una apuesta casi segura, mucho más arriesgado resultaba jugársela con El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford. Pero contra todo pronóstico este western sin concesiones a la galería es de lo mejor que hemos podido ver este año.

Muchos decían que el cine del Oeste como tal había muerto, y que la excepcional Sin perdón de Clint Eastwood no fue más que un movimiento reflejo del cadáver provocado por gases. Ahora, esta película dirigida por el neozelandés Andrew Dominik confirma su defunción: ya no se puede ir más allá. Su film es un western telúrico, fantasmal, como no se había visto desde que Sam Peckinpah filmara la que parecía la obra maestra definitiva de esta corriente: Pat Garrett y Billy the Kid.

Sorprendentemente, esta cinta protagonizada por un magnífico Brad Pitt y un inconmensurable Casey Affleck está más cerca de Apocalypse Now o el cine de Terrence Malick que de los westerns que emite Canal 9 en la sobremesa desde hace lustros: su director concibe la historia del célebre bandido y sus hombres, de los cuales su más rendido admirador fue también su ejecutor, como un film de gangsters a contracorriente, un estudio sobre la identidad, la figura del doble, la fama y el recuerdo histórico, retratando a un verdugo gris que se define por oposición a su víctima y que vive para acabar, como diría Oscar Wilde, matando aquello que amaba. Lo mismo que hace Andrew Dominik con el western.

Cassandra’s Dream (El Sueño de Casandra) y El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford se proyectan en cines de toda España.

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