Aviana en el Montgó
Ruta dura, no apta para paseantes, muy montañera, puro senderismo y con unos paisajes espectaculares
El 13 de marzo, 46 socios de Aviana nos acercamos a la localidad de Denia, con el objetivo de hacer un recorrido por la sierra del Montgó. A las 7 de la mañana partimos en autobús desde nuestro habitual punto de encuentro y después de un trayecto de casi dos horas llegamos a nuestro lugar de inicio, al final de la carretera de la Colonia del Montgó.
Nada más llegar, nos dio la bienvenida una ligera lluvia, que hizo necesario la puesta de los chubasqueros. Por suerte el ligero aguacero fue breve y durante toda la jornada pudimos gozar de tiempo seco aunque nublado.
El Montgó aparece como la última estribación de la Cordillera Bética. Se alza entre las llanuras de Denia-Ondara y las de Xabia-Gata de Gorgos. Presenta una disposición oeste-este-sudeste, muy distinta del resto de sierras del sistema. Parece que se alza al cielo de la nada, con fuertes desniveles e imponentes formaciones rocosas. Está abrazado por multitud de urbanizaciones, que casi lo rodean por completo, dejando solo libres las partes más abruptas, salvo en la vertiente donde va a morir al mar en el cabo de San Antonio
Su punto más alto, localizado en el sector más oriental, es el Cap Grós, que con una altitud de 752 metros domina, en lo visual, todo este rincón de la provincia de Alicante.
Roquedo predominantemente calcáreo, ha propiciado el modelado cárstico, que generan espacios y formas de gran belleza, a la vez que dificultan su tránsito y que son refugio de una gran variedad de flora, mucha de ella endémica.
Ascendimos por un camino-pista hasta la bifurcación que lleva a la cueva del Agua, que dejamos a nuestra izquierda, tomando la variante del racó de L´ull de Bou (derecha). Después del camino-pista, comenzamos a ascender por un sendero que discurre entre una densa pinada de pino carrasco y abundante vegetación arbustiva, que cada vez se empina más y que obliga a ir bien atento hacia donde se pisa, debido a lo accidentado e irregular de terreno, propio por otro lado de las formaciones cársticas.
Una vez terminada la primera y fuerte ascensión, sobre un collado con amplias vistas de Denia y su costa, hicimos la parada del almuerzo, que sirvió para tomar aliento y recobrar fuerzas. A partir de aquí la subida se suaviza, con algún que otro repecho, pero la senda sigue necesitando toda nuestra atención, para sortear las caprichosas formaciones rocosas que la conforman.
Al final, llegamos al punto más alto, el Cap Grós. Cada uno según sus fuerzas. Realizando el reagrupamiento alrededor de su punto geodésico y aprovechando el privilegiado lugar para pasar un buen rato, contemplando las impresionantes vistas, hacer fotos y charlar sobre las incidencias del ascenso
Debido a los frecuentes incendios el arbolado ha quedado reducido a las partes más bajas, sin embargo hay un abundante, densa y variada, flora arbustiva – romero, jaras, espliego, lentisco, aladierno, palmito, coscoja, brezo aliaga...– las más abundantes. También resaltar que en esta época del año hemos podido contemplar las primaras floraciones pre-primaverales. Destacando: el cantueso rizado (Lavandula dentata), la lechetrezna (Euphorbia dendroides), la Arenaria montana, el Tralictrum tuberosum… y la hermosa orquídea, el satiricón manchado (Orchis Olviensis) así como el Narciso amarillo (Narcisus assoanus).
Después de pasar un buen rato en la cima junto con algunos ejemplares de acentor alpino (Prunella colluris), que pronto iniciaran el viaje hacia las montañas del norte, nos dispusimos a inicial el regreso. Éste comienza con un vertiginoso descenso por una crestería, donde se hace necesario el uso de las manos, así como extremar la atención, hasta llegar a un largo sendero que serpenteando en zig-zag nos lleva hasta la “Cova del Camell”. Desde aquí, el sendero deriva en un amplia pista, que después de los 6.5 km. nos llevó ya casi a las 5 de la tarde, hasta nuestro punto de partida, donde nos esperaban los refrescos, la cerveza y la comida. Y después… a casa
Un día muy completo. Casi 18 km de recorrido. Con un desnivel acumulado de más de 800 metros. Con sendas técnicamente complejas y fuertes pendientes, que nos pusieron a prueba. Ruta dura, no apta para paseantes, muy montañera, puro senderismo y con unos paisajes espectaculares que nos prepararon nuestros guías Mayte y Pepe. Y aunque cansados, como siempre al final, todo el mundo satisfecho de haber podido gozar de tan fuertes emociones.
Por: Mateo Hernández Mollá