Aviana en La Vall de la Gallinera
El domingo 10 de abril y en un hermoso día de primavera, 45 socios y simpatizantes de Aviana nos dirigimos en autobús hasta el hermoso valle alicantino de La Vall de Gallinera.
La Vall de Gallinera es un municipio compuesto por ocho pequeños núcleos de población Benirrama, Benialí, Benissiva, Benitaia, La Carroja, Alpatró, Llombai y Benissili y es también un valle recorrido por el rio Gallinera, rodeado por las Sierra de la Aforadá, el Almirante y la Albureca, cerrado en sus extremos por los estrechos de Adsubia al este y valle de la Encantá al Oeste y en las puertas de ambos estrechos dos espectaculares castillos: El de Benisili o también conocido por el castillo de Alcalá que cierra el paso a la comarca del Comtat y el de la Gallinera que cierra el paso al mar. Se encuentra situado en la parte mas septentrional de la provincia de Alicante, en el interior de la marina Alta y limitando con la provincia de Valencia. Tierra de moriscos y a la expulsión de éstos repoblada por gentes de Mallorca, prominentemente agrícola, con cultivos de olivos, almendros, algarrobos, naranjos y sobre todo cerezos con denominación de origen, que en época de floración visten el valle de un hermoso color blanco, todo ello en multitud de abancalamientos con sus muros de piedra, debido a su peculiar orografía, apreciándose una armonía entre el monte y los campos de cultivo.
En esta ocasión había previsto realizar dos rutas de senderismo de naturaleza totalmente distintas. En una de ellas se recorrerían los núcleos de población del valle y en la otra toda las crestería de la sierra la Aforadá. Así pues una vez el autobús nos hubo dejado en la cabecera del valle, cerca de Benissili nos dividimos en dos grupos, para una vez acabada la respectivas actividades juntarnos en Benissiva.
Un primer grupo de 26 componentes, comenzamos ascendiendo hacia Penya Grossa por un sendero que serpentea con fuerte desnivel por la ladera norte de la sierra. Allí se encuentra el castillo de Benisili o de Alcalá, del siglo XI, último bastión de resistencia árabe y que fue abandonado después de la expulsión de moriscos, lo que supuso su lento deterioro. Desde allí iniciamos la subida hasta El Tossal de la Creu (962 m.) punto más alto de la ruta. Después de almorzar continuamos por la cresta de la montaña, disfrutando de unas vistas espectaculares de los valles circundantes, de sus pueblos, de los impresionantes farallones de roca, de las sierras de los alrededores ( Moncabrer, La Serrella Aitana ) , y hasta del mar mediterráneo. Después de algunos subes y bajas rompepiernas, llegamos a la famosa Peyna Foradá, hermosa formación rocosa que ya de por si justifica el esfuerzo. A continuación y después de visitar un curioso aprisco de ganado aprovechando una cueva en la pared rocosa, iniciamos el descenso hasta Benitaia y Benissiva donde quedamos con el resto de compañeros.
El otro grupo de 19 componentes, realizaron la magnífica ruta de los 8 pueblos que cruza de oeste a este el precioso valle de Gallinera (nosotros lo hicimos en sentido contrario a como esta marcada). Disfrutamos andando por caminos que antaño usaban los habitantes del valle. Visitamos lavaderos antiguos, fuentes, iglesias y hermosas calles de los pueblos. La ruta también nos llevó por campos de cerezos en flor, campos de naranjos y de toda la riquísima huerta valenciana, una de las más agraciadas en España por su buen clima y su tierra fértil. Comenzamos por Benissili, para seguir por Llombai, Alpatró, La Carroja, Benisiva, Beniata y Benialí, no llegamos a Benirrama porque habíamos quedado con el resto del grupo en Benialí En total recorrimos 14,4 Km. de ruta que nos llevó a disfrutar de este estrecho valle de Gallinera donde uno de los mayores alicientes del trayecto lo constituyen las incontables fuentes y lavaderos que encontramos a lo largo del mismo.
Podemos decir que hemos disfrutado de un magnifico día para la práctica del senderismo en el valle de la Gallinera, tanto los que fueron a la Peña Foradá como los que realizaron la ruta de los 8 pueblos., coincidiendo además con la floración del cerezo y el naranjo así como de multitud de plantas autóctonas de la montaña alicantina (jaras, romeros, tomillos, espinos albares, linarias, fresnos, valerianas, etc.). Pero como siempre destacar la buena compañía. y el buen ambiente que nunca falta.
Mavi Pardo Luna
Mateo Hernández Mollá