Aviana realiza la Ruta de las Cuevas en Sierra Salinas
Como de costumbre a las 8 de la mañana, 40 socios y simpatizantes de Aviana nos dimos cita en los Salesianos para desplazarnos en autobús hasta la Sierra Salinas , con el objeto de disfrutar de la belleza y las riquezas que esconde nuestra querida sierra, que compartimos con los municipios de Yecla, Pinoso y Salinas.
El punto de partida fue el aula de naturaleza y albergue que tiene Yecla en las faldas de la cara oeste de la sierra, muy cerca del término municipal de Villena, donde llegamos en el autobús. Desde allí nos dirigimos hacia la entrada del conocido en Villena como el barranco del Nichuelo, el cual ascendimos por la antigua senda de los carboneros, actividad muy común en la sierra en tiempos pasados. Este barranco conserva una abundante vegetación de muchas de las plantas típicas de los bosques mediterráneos y, sobre todo, de las más escasas como el durillo, el madroño, la jara de hoja de laurel, el rusco, típico de zonas más húmedas, el roble valenciano, el terebinto, la madreselva, que juntos con las encinas, pinos carrascos, romeros, genistas, enebros, etc, confieren a este hermoso barranco un aspecto selvático poco común en estos climas tan secos y un ascenso entretenido, mucho más que el simple caminar por una senda.
Una vez llegado al camino asfaltado que atraviesa la sierra desde la Colonia de Salinas en el término de Villena, hasta el aula de la Naturaleza en el término de Yecla, nos dirigimos hasta el cerro Laurel, donde se ubica una garita de vigilancia de incendios que tiene la Comunidad murciana. Desde allí ya se puede ver una imagen general de la Sierra, sobre todo la orientada al Oeste y Norte (valle de Yecla y la cercana sierra del Carche), donde hicimos un alto para el almuerzo, las fotos de rigor y donde nos esperaba una de las sorpresas del día: la visita a la cueva de Laurel, situada muy cerca del cerro del mismo nombre, que es una pequeña sima,con un acceso no muy difícil, el cual solo requiere ciertas medidas básicas de seguridad, para lo que contábamos con la estimable experiencia de José Antonio Azorín, que dispuso, para hacer su acceso más sencillo, de un pequeño tramo de cuerda en la entrada. La cueva en sí es muy estrecha, pero en su recorrido se pueden observar muchos de los espeleotemas (estalactitas, estalagmitas...) que contienen la mayoría de las cuevas. Debido a su estrechez y a que solo disponíamos de unos pocos cascos y unas pocas linternas, la visita nos entretuvo buena parte de la mañana
Después de la visita a la cueva, iniciamos la última subida hasta la cresta de la Sierra, donde visitamos una segunda cueva (la cueva Caliente), más pequeña, de acceso sencillo y muy deteriorada por el hombre. Continuamos por la cresta de la sierra en dirección al punto más alto de ésta, el pico de la Capilla de 1.237 metros, punto que separa los términos de Villena, Yecla y Salinas y desde donde hay unas vistas espectaculares de todo los valles que rodean la Sierra así como de todas las montañas cercanas. Desde la Capilla y después de un pequeño descanso, no dirigimos hacia el collado del barranco de la Chola, por donde íbamos a descender, entre un bosque de encinas, donde desgraciadamente se puede observar los estragos que la sequía de estos últimos años esta causando en la vegetación.
Por el barranco de la Chola, un recorrido también muy interesante y ya en el término de Villena, llegamos otra vez al camino asfaltado que cruza parte de la sierra, desde donde nos dirigimos hasta la Cueva del Lagrimal, cueva de alto contenido histórico y medioambiental, ya que por un lado ha sido habitada desde el mesolítico hasta la edad media y por otro lado, allí se encuentra una microrreserva de flora, ya que en sus alrededores hay especies muy interesantes como la bracera y la rompepiedras, entre otras.
Ya con el tiempo muy justo y después de una breve parada en la cueva del Lagrimal, tomamos la senda que desde la cueva desciende hasta la falda de la montaña, con algunos tramos un poco delicados debido a su pendiente y desgaste, dirigiéndonos hasta nuestro punto de partida, donde nos recogía el autobús de regreso a Villena. En resumen, después de 11,5 km de recorrido, que a alguno se les hizo un poco largo por la falta de costumbre, pudimos disfrutar en mayor o menor medida, de la Sierra de Salinas y sus tesoros, en un hermoso día de final de invierno y sana convivencia.