Beat Splendor
Abandonad toda esperanza, salmo 278º
Falta menos de un mes para que se cumpla un año del fallecimiento de Harvey Pekar, un icono del cómic independiente que logró, gracias a la adaptación cinematográfica de su American Splendor, traspasar las fronteras del medio y convertirse en un icono del cine... independiente. Porque, no nos engañemos, Pekar -y los que son como él: insobornables, ajenos a toda norma o imposición- rara vez logran salir del gueto que forman los acólitos de su ética y su estética. American Splendor, como sabrán aquellos que vieron la película y los que hayan leído los episodios ilustrados por su colega Robert Crumb, el más conocido de los autores desconocidos (ya saben: en el país de los ciegos...), es una antología de relatos en mayor o menor medida autobiográficos, poblados por seres anónimos a los que rara vez se les da voz, no digamos ya voto, y que podría venderse con la misma frase con la que se vendió Seinfeld: la de que es una serie que no trata sobre nada. Sí, ya sé que últimamente recurro mucho a Seinfeld, pero es que en este caso también viene al pelo.
El azar ha querido, a modo de homenaje póstumo, que coincidan en las librerías el primer volumen antológico de la citada e indispensable American Splendor y un título llamado a convertirse en una de las mejores novedades de este año en el campo de la novela gráfica: The Beats. Aunque su autoría es colectiva, son Pekar y el dibujante Ed Piskor los que se llevan la parte del león en los guiones y los lápices de este retrato caleidoscópico de lo que fue la Generación Beat. Por supuesto, Kerouac, Ginsberg y Burroughs, la Santísima Trinidad del movimiento, son los protagonistas principales de una suerte de "Vidas ejemplares" en viñetas que me recuerdan aquellos tebeos sobre Juan Bosco, Domingo Savio o el misionero Junípero Serra que leíamos en los Salesianos. Discúlpenme la comparación, unos y otros, tratándose de los libertinos autores de obras como En el camino o Yonqui. Pero créanme cuando les digo que aquí no falta nadie que deba estar: Lawrence Ferlinghetti, Gregory Corso, LeRoi Jones, Gary Snyder o la librería / editorial City Lights, punto neurálgico del grupo, se pasean por las páginas de The Beats para dejar su testimonio acerca de unos autores que pese a ser tan poco académicos acabaron por sentar cátedra en las fórmulas narrativas del siglo XX.
Entre los muchos episodios que relata esta obra, también imprescindible, se encuentra el asesinato del maduro homosexual David Kammerer a manos de Lucien Carr, joven al que aquel adoraba y a quien años después Ginsberg dedicaría su célebre Aullido. También recoge el hecho de que Kerouac convenció a Burroughs para que escribieran a cuatro manos una novela inspirada por tan fatídico suceso: el resultado fue Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques, relato generacional y criminal que no pudo publicarse hasta el 2005, cuando el último implicado todavía vivo dejó de estarlo. Anagrama, que ha publicado el grueso de la obra de los autores beatniks, editó recientemente esta novela "a lo Dashiell Hammett", y aunque tengo que decir que un servidor es más de Burroughs que de Kerouac, los episodios escritos por este no desmerecen los del anterior y la suma de ambos se lee con gran placer... sobre todo si se tiene interés por la atribulada vida de estos autores, mucho menos esplendorosa que su obra.
American Splendor, The Beats y Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques están editados por La Cúpula, 451 y Anagrama respectivamente.