Berridos
Para ser el primero de esta nueva andadura ha entrado por la puerta grande. Como ha hecho José Tomás en la anti-taurina Monumental de Barcelona, tengo entendido que el Teatro Chapí escenario que no termino de entender colgó el cartel de no hay billetes en el Pleno de investidura del pasado sábado; y digo creo porque no pude estar, aunque visto lo visto y leído lo escrito, me ahorré un buen atracón de indignación ante el comportamiento de algunos de los que sí tuvieron ocasión de hacerlo y mejor habrían estado en casita, frente al ventilador, refrigerando ese acaloramiento tan incontinente y diarreico que mostraron y que en definitiva no deja de ser un reflejo de su mentalidad.
Dicen los foros que sobre esta cuestión he leído en el EPDV digital que esos gritos, abucheos, silbidos e insultos proferidos a José Ayelo al recibir su acta de concejal y a Vicenta Tortosa durante la lectura de su discurso, fueron un insulto a todos los demócratas; opinión ésta muy generalista, que no puedo compartir, pues la palabra demócrata y su significado son muy amplios para ceñirlos y acotarlos a la conducta de cierto tipo de personajes que, lejos de poder argumentar sus contrariedades en lugares propicios para ello, se cobijan detrás de la media luz de un patio de butacas para lanzar sus ladridos en forma de descalificaciones malsonantes, haciéndose valer además de un contexto en el cual la persona destinataria de los improperios no tiene posibilidad alguna de defensa; y eso para mí, con todos los respetos al resto de opiniones, es una cobardía que para nada me ofende como demócrata, pero sí lo hace como persona que defiende la educación, la dignidad y el saber estar, en definitiva, la categoría, como imprescindible en las relaciones humanas, políticas, sociales o personales.
Han sido muchas las opiniones que sobre lo acontecido he escuchado en boca de interlocutores con experiencia política, así como de los opinadores anónimos que últimamente han proliferado en algunos foros, al respecto de esta situación vivida en el pasado Pleno, y todas han coincido en la mala imagen que de Villena ha quedado, todos lamentan que unos políticos designados libremente desde las urnas hayan sido tratados de esta forma y se conviertan en diana de la mezquindad y las malas formas de algunos. Todas, con excepción de la vertida en un medio por el nuevo concejal de Industria, Jesús Martínez, que lejos de lamentar lo sucedido, se despachó al respecto con un es inevitable bastante peligroso, pues normaliza esta conducta imposibilitando con ello reconducirla, dejándola en las antípodas de la labor que deben de realizar.
Al respecto, yo tengo una pregunta para ustedes: ¿Se han tomado la molestia, señores y señoras concejales, de rescatar de las hemerotecas televisivas algunas de sus actuaciones cuando han tenido que defender sus ideas en pleno? No vean en esta última frase fisura alguna que arroje una luz de justificación ante lo acaecido el sábado; en modo alguno podré estar del lado de aquel que olvida el respeto al prójimo y se hace grande con la bajeza del insulto facilón cobijado por el anonimato. Pero llegado el momento ninguno recuerda cuando nosotros, los ciudadanos, tenemos que apagar la radio o cambiar el canal ante la vergüenza ajena que supone el Circo Romano en el que convierten situaciones que debieran de mantenerse estrictamente ceñidas al debate y al dialogo, utilizando la carnaza de temas personales, recriminaciones mutuas o abandonos de Plenos anta una mínima contrariedad, abonando el sembrado de este ejemplo y dando valor al popular dicho de que la joroba se lleva en la espalda para ver sólo la tara del vecino.