Cultura

Calle 13 (y el Señor Sanz Moliner)

No sólo no es habitual lanzar recomendaciones musicales desde nuestro rincón, además es la primera vez que ocurre. Tal vez sea la última. Pero llegan días de compras y por qué no, pese a la red, aprovechar para hacernos con algo de música tangible –hay quienes han olvidado que la música tiene otros soportes diferentes a los discos duros y los lectores de mp3¬–. En todo caso lo de los días que llegan no es más que una pobre excusa para escribir brevemente sobre un grupo que me tiene atrapado: Calle 13.
Recuperando a su manera los ritmos del reggetón, los puertorriqueños René Pérez Residente y su hermanastro Visitante, asaltan nuestra península cada vez con mayor presencia. Sus letras rezuman irreverencia y humor negro, cinismo desmedido y lenguaje malsonante. Sus propuestas nacen con el Parental Advisory tatuado a fuego, son criaturas que son como criaturas: despojadas de complejos y malvadas en extremo.

Imagino que para una persona como el Señor Sanz Moliner la exposición auditiva a una pista de Calle 13 como La fokin moda podría resultar casi letal. Y es que el individuo citado, de profesión periodista, ya nos deleitó la pasada semana con sus opiniones acerca de los textos dramatúrgicos de Sergi Belbel. Fue a raíz de la noticia suscitada por el cese de una monitora de teatro en Rojales. El pecado cometido por la conductora del taller de teatro fue su intención de poner en escena un texto de Belbel con jóvenes menores de edad. Y es cierto que cometió una imprudencia al poner en boca del grupo de menores un texto con frases muy subidas de tono. Y es coherente que tal imprudencia deba recibir dentro de cierta media una amonestación o una sanción. De diferente forma creo que hay que mirar la reacción expuesta públicamente por señor Sanz Moliner. Reacción expresada en su artículo Ni cultura ni arte publicado en el Información. Reacción que hace leña del árbol caído y que sólo contribuye a echar leña al fuego. De su discurso, despiadado, como de patente espectador de teatro que se ha tenido que tragar la pasada XVI Muestra de Autores Contemporáneos y necesita pagarlo con alguien, me quedo con el momento en que presenta como “presunto dramaturgo” al Premio Nacional de Literatura Sergi Belbel. De hecho ni ese ni el resto de premios del autor catalán, ni la notable cantidad de idiomas a los que han sido traducidas sus obras, suponen para el señor Sanz una dignidad tal como para justificar el lenguaje soez de los personajes residentes en tales libretos. Yo, imaginando el rubor de su indignación, busco desesperado su dirección para enviarle el último trabajo de Calle 13.

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