Editorial

Cambio de modelo

A día de hoy, cuando sólo faltan algo más de 48 horas para que dé comienzo el concierto de Coti y Pereza, la escasa cantidad de entradas anticipadas vendidas nos puede llevar a la conclusión (salvo una inesperada avalancha de compradores en taquilla) de que nos encontramos ante un nuevo fiasco.
Con todo, y más allá de centrar el debate en este caso puntual, basta realizar un pequeño balance para detectar que algo está fallando cuando concierto tras concierto se ven incumplidas las expectativas de los organizadores (normalmente el ayuntamiento) y el público, que en teoría demanda estos conciertos, no asiste a los mismos cuando tiene la oportunidad de hacerlo.

Desde luego, no se puede hablar de una mala elección de fechas, pues a priori verano es el momento idóneo para llevar a cabo este tipo de espectáculos. Además, a lo largo de los últimos años, Villena ha “probado suerte” desde mayo hasta octubre, cubriendo así todo el abanico de fechas que tanto contratantes como contratados (los propios grupos) consideran idóneas para llevar a cabo sus directos.

La Oreja de Van Gogh, OBK, Café Quijano, Guaraná, Jarabe de Palo, Mojinos Escozíos, Melendi, Coti y Pereza tienen al menos dos cosas en común en relación con nuestra ciudad. Por un lado, todos ellos son grupos o solistas que, en el momento de su contratación, estaban o están “de moda” (haciendo giras multitudinarias, con sus singles sonando en todas las emisoras de radio, recibiendo premios, etc.). Por otro, todos ellos sin excepción, aun con las lógicas diferencias y matices, se quedaron más o menos lejos de cubrir las expectativas generadas con su contratación.

Difícilmente se pueden achacar responsabilidades al Consistorio (el debate sobre la pertinencia o no de estas contrataciones y los altos cachés pagados es otro distinto) cuando lo único que se ha pretendido, tanto antes como ahora, es ofrecer una alternativa de ocio supuestamente demandada por la juventud, haciendo además importantes esfuerzos económicos al apostar por artistas consagrados y reconocidos.

No obstante, los hechos son tozudos y demuestran que no es tanta la juventud que demanda dichas actuaciones, quizá porque la juventud de ahora no es la misma que la de hace algunos años, que sí acudía masivamente a propuestas como El Último de la Fila o Joaquín Sabina, cuyos conciertos en Villena aún son recordados.

Por ello, quizá haya llegado el momento de reflexionar serenamente sobre el particular y poner sobre la mesa un cambio de modelo en lo referente a estas contrataciones, pues, visto lo visto, están bastante alejadas de lo que realmente demandan los vecinos de Villena.

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