Cambios en Fiestas
Los cambios en el calendario festero son motivo de infinitas tertulias y debates irresolubles. Para alentarlos, allá van algunas sugerencias. Con una salvedad: caso de prosperar todas estas iniciativas, las fiestas de Villena todavía seguirían siendo tan tradicionales como las que más, de las pocas que conservan las fechas y respetan el orden de desfile de las comparsas sin ningún tipo de rotación anual.
-Adelantar la Retreta a las vísperas, refundiéndola con las Entraícas y reforzando ambos actos.
-Unificar el Desfile de la Esperanza con la Ofrenda en la tarde del día 7, tal y como se hizo por causas climatológicas hace pocos años con excelentes resultados.
-Trasladar la primera Embajada al mediodía del 6 de septiembre, celebrándola en idéntico horario que la del día 8.
-Partir en dos, de una vez por todas, la Cabalgata, que 63 años después de su creación, se mire por donde se mire, no cabe en una noche. Celebrarla en dos jornadas, convirtiendo las noches de los días 6 y 7 de septiembre en sendos referentes.
-Y finalmente retrasar la Romería de la Patrona al Santuario desde la mañana del 9 de septiembre hasta la del domingo en que se celebra el día del Voto, logrando de este modo una enorme participación y respondiendo a las peticiones de tantos festeros.
-Capítulo aparte merecería la jornada del 4 de septiembre. En un futuro, podría acoger el Pregón y la Fiesta del Pasodoble. Mientras tanto urge corregir el contenido del Concierto en el Teatro Chapí, en cuyo programa todo lo que no sea música festera está fuera de lugar.
Con todo ello Villena, que sabe darlo todo en septiembre, todavía podría mostrar más racionalmente hasta qué punto es capaz de poner en escena las mejores fiestas de moros y cristianos de España.