Carnavales homófobos
Pues ya está, ya se han terminado los Carnavales 2015 de Villena, tras los que podemos estar todos muy contentos y darnos muchas palmaditas en la espalda, porque cada vez somos más y estamos más organizados y se implican más colectivos y hay más bandas tocando y bla, bla, bla
No obstante, y entre tanta felicitación, me gustaría plantear públicamente una reflexión que vengo tiempo haciéndome, porque por muchas vueltas que le dé no consigo explicarme cómo se permite que alegremente se puedan pronunciar ciertos estribillos que no por escuchados hasta la saciedad dejan de ser ciertamente insufribles. Y mucho menos lo entiendo cuando quienes están detrás de estos grupos organizados son por regla general asociaciones de madres y padres vinculadas a colegios de nuestra ciudad, y muchos de los participantes en los desfiles sus propios hijos, a los que desde bien pequeñitos se les llena la cabeza con un mantra tan asqueroso como denunciable.
¿Se imaginan por un momento cómo se tienen que sentir las personas homosexuales que en ese momento paseen por la calle y se encuentren a 300 gañanes repitiendo sin cesar esa cancioncilla entre risotadas y bailes? ¿Se imaginan cómo reaccionarían determinados colectivos si esas cancioncillas atacaran, qué sé yo, a los derechos de la mujer, a los de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, a los del clero o a los de los animales?
¿Se imaginan por un momento que alguno de los niños que iban cantando alegremente eso, si se da el caso de que tiene las neuronas justas para pasar el día, acabe discriminando o dando palizas durante su adolescencia a quienes viven su sexualidad de un modo diferente? ¿A quién habría que echarle las culpas? ¿A sus escasas neuronas, o a las instituciones públicas y comunidades educativas que permiten y fomentan actuaciones así?