Carta a un hijo del «régimen del 78»
Querido hijo: ¿recuerdas aquel consejo que te repetía una y otra vez cuando iniciabas la adolescencia? Quizá tú no lo recuerdes, pero yo sí lo recuerdo. Te decía: nunca discutas ni te enfrentes a quienes lleven uniforme y arma reglamentaria, pues siempre llevarás las de perder. Y es seguro que has tenido ocasión de comprobarlo más de una vez, pues como es sabido los consejos solo sirven para que quien los proporciona, posteriormente pueda decir: si ya te lo decía yo
Aquello era lo que yo te decía para evitar que te metieras en líos, otra cosa era lo que yo ingenuamente pensaba o quería pensar, y era que las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, bajo la dependencia del Gobierno, estaban para proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana, tal como reza la Constitución en su artículo 104, punto 1. Pero ¡claro! Una cosa es la letra de la Constitución y otra las leyes que la desarrollan.
Y para muestra sirvan estos ejemplos de la llamada ley mordaza:
Serán castigadas con multas de 100 a 600 euros: las faltas de respeto y consideración cuyo destinatario sea un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad. Pero, ¿quién determina cuándo hay falta de respeto, los propios agentes?
Será castigada con multas de 601 a 30.000 euros: la desobediencia o la resistencia a la autoridad, así como la negativa a identificarse a requerimiento de la autoridad o de sus agentes. Pero, ¿quién decide estas cuestiones, los propios agentes? Y cuando son estos quienes llegan a faltar al respeto increpando o incluso insultando ¿no hay sanción? Es evidente que si no existen testigos nada se podrá probar y quedarán impunes.
Querido hijo: ya eres adulto, ya sabes por experiencia que tenía razón con mis maternales consejos, ahora ya no es necesario que te diga nada, pero a pesar de ello te voy a decir lo que yo voy a hacer hasta que no se deroguen estos y otros artículos de la llamada ley mordaza: para empezar tomaré altura, intentaré calibrar los riesgos que me sea posible asumir y después actuaré en consecuencia, lo que no voy a hacer en modo alguno es resignarme y callar.
Siempre he defendido la Constitución y ahora que tanto se habla de iniciar un nuevo proceso constituyente que ponga fin al régimen del 78, yo pienso que en aquellos momentos se llegó hasta donde se pudo llegar porque con una correlación de fuerzas diferentes hubiera habido otra Constitución, y no solo eso, sino que en todo este tiempo el PP y el PSOE en su alternancia de poder no han permitido el desarrollo práctico de los principales puntos de la (ahora) denigrada Constitución. Por todo ello no es tanto elaborar una nueva Constitución, si no el que ésta o la nueva se desarrolle, de lo contrario los derechos y libertades se convierten en papel mojado.
Mientras tanto yo no voy callar, voy a intentar por todos los medios a mi alcance que, frente a la razón de la fuerza, acabe por triunfar la fuerza de la razón.