Carta al director: Es hora ya de levantar la voz
Vas a un bar, pones la oreja, se oye hablar de Mourinho, de lo bocazas que es, de las patadas que se dieron los del Madrid y los del Barsa durante el partido. De que ahora el Madrid está más cerca de su rival, de la suerte que tuvo el Barcelona, de Messi
cada vez que te fijas: Fútbol. Fútbol por todas partes.
Si cambias de ambiente: del Gran Hermano de turno, de supervivientes, de la última parida del sálvame. Si nos centramos más en Villena: de las Fiestas, del pregón, de los bonitos que fueron los fuegos del día siete.
Es decir: entretenimientos. Temas baladíes, sin sustancia: evasión. No me opongo, a mí también me gusta el futbol. A mí más que a nadie, me gusta evadirme.
Pero decimos que los políticos viven ajenos al mundo, en una burbuja, pero somos nosotros los que vivimos en nuestros pequeños mundos, en nuestras burbujitas, ajenos a algo que nos puede costar el nivel de vida: la política. La herramienta que cifra nuestra supervivencia, el modo de vida que queremos para nosotros mismos.
Mientras la gente prefiera hablar de futbol, telebasura, personajes zafios y asquerosos, a hacerlo de otras cosas más serias, interesantes, profundas estaremos condenados a que nos pastoreen como un rebaño al que se cita cada cuatro años para que vote y participe de ese paripé democrático que nos han montado.
Mientras la gente no hable abiertamente de política, no debata con pluralidad y respeto a las ideas opuestas (por deleznables que nos parezcan) no podremos quejarnos de los politicuchos que nos rigen y desvalijan pues les dejamos hacer lo que quieran con nuestra actitud concesionaria. (No queremos saber nada, que inventen ellos).
Mientras no superemos las simplistas definiciones de Izquierda y Derecha y nos tomemos la molestia de separar el grano de la paja, de analizar lo que nos ofrecen, de comparar los programas de los partidos para votar en consecuencia, y meditemos a fondo, lo que queremos, cómo lo queremos y con quién, seguiremos mereciendo esta torpe clase política que en el mejor de los casos es buenista y torpona y en el peor, conniventes saqueadores.
Está muy claro: hace falta un cambio de mentalidad. Hay que ser más exigentes con el tratamiento de la información, la opinión y la Educación que se nos está dando (y que nosotros pagamos). Hace falta que la gente se forme para poder hablar con propiedad, que debata, que analice, que no se atrinchere en posturas con frecuencia anacrónicas. Es hora de abrir los ojos, pedir cuentas, reclamar lo que nos han hurtado, de hablar mucho más, hasta la extenuación, de todo lo que nos concierne a todos. Es hora de ser intelectualmente más exigentes con los endormiscados políticos que nos rigen, para que mejoren, por presión, las propuestas políticas. Es hora de pedir penas de cárcel para los prevaricadores, los malversadores, para tanto ladrón que ha destrozado un hermoso país.
Es hora de que la gente pase de hablar del opio del pueblo a hablar, por fin, de cosas serias. Y que levante la voz.