Cartas al Director

Carta, también abierta (Francisco Tomás Díaz)

¡Hola!, soy Paco Tomás y no soy alcalde de Villena. Ciertamente, así empieza la presentación en una sesión de terapia de grupo para poder integrarse y participar de las preguntas y respuestas que pueden ayudar a sobreponerse de la adicción. Es en las respuestas de los demás miembros de dicha terapia en las que podemos percibir otra forma de encarar y solucionar nuestro propio problema. Por tanto, conviene estar muy atento a lo que en dicha ronda se manifiesta, interviniendo, opinando, reclamando ayuda y, sobre todo, con la conciencia de que formamos parte de un entramado en el que la actuación de los demás es imprescindible para salir del túnel de la droga, sea ésta la que sea. Vamos a ello.
A nadie se le escapa que la política, tal cual está concebida, puede suponer un riesgo adictivo para quienes se adentran en los vericuetos del poder y se distancian del calor de la ciudadanía que les dio su razón de ser. Debe ser realmente atractiva la pasión por acaparar cuotas de mando y ordeno, aun a riesgo de perder la cabeza por ese afán de notoriedad y de disponer de la autoridad suficiente como para creerse por encima del resto de los mortales. Queda dicho que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente. Sin embargo, y aunque todo esto parece tan evidente, algunos políticos se adentran en él, siendo que sus más fieles, muchas veces, contribuyen a acrecentar la figura despótica e irracional del líder.

Yo, también, me quejo con dolor de que mi Ayuntamiento, durante esta legislatura, se haya convertido en una cancha donde los reproches, los malos modos, los insultos y el desprecio sean moneda corriente. No comprendo muy bien cómo un grupo de personas a las que se les supone algo de sentido común, de conocer la realidad que nos circunda y de luchar por su pueblo, puedan poner sus intereses personales por encima de lo que se comprometieron a ejercer. Es realmente frustrante comprobar la total falta de sintonía entre el ciudadano de a pie y los misterios insondables de los concejales y Alcaldesa, que trasmiten una visión de crispación, de dureza, de no saber entenderse, de intentar desacreditar al contrario antes que aceptar lo que de positivo pueda proponer y de sacar provecho propio y partidista de cuantas acciones se acometen en la ciudad.

Yo, también, me indigno al comprobar que hayamos sido engañados con obras faraónicas que, lejos de aglutinar a la población, la divide. No es sensato, ni se puede mantener que en épocas de recesión y crisis –económica y moral– hipotequemos el futuro por una promesa electoral que el tiempo, desgraciadamente, ha transformado. Podemos tener un buen coche en la puerta, pero no a costa de pasar hambre.

Queda menos de un año para que este Consistorio dé por finalizada su gestión. Seguramente es demasiado tarde para rectificar modales, más bien sospecho que la tensión irá en aumento. La propia dinámica de los partidos hace que en periodo electoral la proximidad entre los miembros de las formaciones políticas se vuelva aún más extraña, con el fin de marcar distancias y evitar afinidades que puedan contaminar el programa propio. Sin embargo, el peligro es la creciente desafección y alejamiento de la población y la “clase política”; la aversión y el hastío de la ciudadanía, que contempla el infame comportamiento de “sus” dirigentes.

Reclamo, desde aquí, en esta sesión terapéutica en que me he embarcado, que se me oiga. Que esta voz sirva para llamar la atención del Pleno del Ayuntamiento, y que no se ahonde más la fosa del desprestigio y la mala reputación. Muy pocas veces quien detenta el poder –cualquier poder– consulta a los demás sobre cómo proceder y qué es lo más conveniente. Sé perfectamente que no podemos instaurar una asamblea permanente para dilucidar cualquier asunto, llanamente porque eso sería inviable, pero también comparto la idea de que, si el gobernante –alcalde, presidente–, en un momento dado, explica a la población cuáles son los riesgos y la situación del momento, recibiría más apoyos de los que se cree.

Como ciudadano de Villena, solicito mayor cordura de nuestros representantes políticos; menos soberbia y más disposición al acuerdo. Quizás sea demasiado pedir.

Me llamo Paco Tomás y no soy alcalde de Villena.

Fdo. Francisco Tomás Díaz

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