Barrios

Casi treinta años después, los gigantes y cabezudos vuelven a las calles del Rabal

Emoción a raudales y muchísimo público expectante fueron la nota destacada del acto de presentación de los recuperados gigantes y cabezudos del Rabal, una iniciativa de la Asociación pro-Restauración de la Ermita de San José que ha supuesto el auténtico pistoletezo de salida a las Fiestas del Medievo 2013, que se presentan más participativas y espectaculares que nunca.
Ante cientos de espectadores y a los sones de “Cabezudos del Rabal”, pieza compuesta por Francisco Serra e interpretada por el Grupo de Percusión de los Moros Nuevos, hacían acto de presencia en la Plaza de Santiago los gigantes y cabezudos del Rabal, recordadas y entrañables figuras que desde los años 80 no habían vuelto a pisar las calles de su barrio, y que ahora, gracias al impulso de la Asociación pro-Restauración de la Ermita de San José, el asesoramiento de la arqueóloga municipal, Laura Hernández Alcaraz, y la colaboración del grupo juvenil Las Pencas de la Laguna y los Nabos del Pinar, han sido recuperadas para deleite de los villeneros y engrandecimiento de nuestro patrimonio colectivo.

Dos gigantes, el Príncipe Don Juan Manuel y su mujer, doña Constanza de Aragón, y cinco cabezudos: el moro, el judío, el labrador, el fraile y el Orejón, el antiguo autómata del reloj de la ciudad, tan querido y deseado por los villenenses, componen este llamativo elenco, que ojalá pueda verse aumentado en un futuro próximo. Cada uno de ellos, presentado entre vítores y aplausos del público, ha sido apadrinado por un villenero implicado de algún modo con nuestra cultura, nuestra historia y con el barrio del Rabal. Así, el Hijo Predilecto de Villena, Vicente Prats, apadrina al Príncipe Don Juan Manuel; Laura Hernández a Doña Constanza; José Miguel Esquembre al moro; José Navarro Montes al judío; Julio Guillén al Orejón; Ángel Giner al agricultor y Pedro Marco al fraile, cuya pintura ha sido obra del propio artista villenense.

En sus diferentes discursos cupo de todo, desde el orgullo “rabalenco” hasta las evocaciones familiares y de felices infancias en las calles del Rabal, pasando por la importancia de la recuperación del patrimonio y la reivindicación de la recuperación social y urbanística del barrio y la lucha contra la marginalidad, objetivo último de todas las personas –la propia asociación de la ermita de San José o la asociación de Vecinos, que organiza las Fiestas del Medievo, así como muchos particulares y colaboradores– que desde hace años vienen trabajando para lograr la plena normalización del barrio más entrañable y querido por muchos villenenses. Qué duda cabe de que, con iniciativas como ésta, se está un paso más cerca de conseguirlo. Enhorabuena a quienes lo han hecho posible… y muy especialmente a Antonio Gómez y Alan Brotons, verdaderos culpables del regreso al Rabal, esperemos que definitivamente, de sus gigantes y cabezudos.

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