Castillo de Villena: profanación (segunda parte)
Hace un par de meses escribí una carta, protestando, quejándome, llámenlo como quieran, sobre las líneas blancas que habían pintado en la Torre del Homenaje del Castillo de la Atalaya. Todavía estaban los andamios y no se podía apreciar muy bien de lo que estaba hablando. Ahora que se han retirado, se puede observar en todo su esplendor semejante obra de arte. Una maraña de rectángulos, rayas verticales y horizontales, forma el maravilloso legado que nos dejan estos magos de la arqueología.
Imagino que ahora nos enseñaran fotos antiguas en las que se podrán observar los originales trazos pintados por los almohades para justificarse. ¿Qué derecho tiene esta gente a pintar esta basura sobre las originales? Que no nos venda la burra, son unos profanadores.
Cualquier intervención en un monumento nacional debe pasar desapercibida. Ésta, sin embargo, está hecha a conciencia para llamar la atención. La mayoría de la gente que ya lo ha visto dicen: pero esos papeles blancos luego los quitarán ¿no?. Pues no, esto es lo que hay.
¿Cómo pueden dos o tres personas como mucho (recordemos que se mostró a los miembros del ayuntamiento y a la prensa una vez ya hecho) hacer lo que les dé la gana? Como si el castillo fuese suyo, un castillo que heredamos de nuestros antepasados.
Dentro de poco se inaugurará dicha aberración, el lugar se llenará de ilustrísimas personalidades, con sus cochazos y sus trajes recién planchados para la foto que les catapultará hacia la fama de la restauración arqueológica. Diputación, Conselleria, tal vez la ONU, ¿o quizá la Casa Blanca? El techo es infinito para estas eminencias tan listas y releídas. Por desgracia, algunos, la mayoría, por no decir todos, será la primera y posiblemente la última vez que lo pisen. Su zona perimetral de movimiento es la élite y por el castillo solo vivimos gente humilde de monedero, pero rica en espíritu y orgullo.
El antiguo Lavadero, la Fuente los Burros, la Fuente del Bordoño, la Ermita de Las Cruces, el antiguo Hospital, por desgracia han desaparecido en muy poco tiempo. Otros como el Puente de los Espejos, la Muralla de Santa Bárbara o la Ermita de Santa Lucía están a punto de hacerlo.
Hay que intentar arreglar las cosas antes de que pasen y no quejarse después cuando no hay solución. El tema del Castillo clama al cielo. ¿Nadie en el ayuntamiento va a hacer nada? ¿Todos están de acuerdo con esta preciosidad?
He tenido el gusto de poder hablar con algunos de los padres de la criatura, y me dio la impresión de que el tema se les había ido de las manos, porque el resultado no es el que esperaban. Pega mucho el cante, pero su orgullo les impide recular. Nos lo tendremos que comer con patatas, eso sí
del montón.