(Ciencia) Ficción sin límites
Abandonad toda esperanza, salmo 543º
Hace unos días una profesora compañera del instituto me pedía que le recomendara algunos libros de ciencia ficción, a poder ser sobre robótica, porque era un tema que estaban trabajando en clase y se disponía a solicitar a la biblioteca del centro que comprase algunos. Tuve que decirle lo mismo que les dije a ustedes hace ya tiempo: que no leo muchas muestras de un género que no se cuenta precisamente entre mis favoritos, y menos aún las temáticas más habituales y arquetípicas del mismo. Menos mal que también valían cómics (¡Un instituto que compra cómics! No está todo perdido), y pude recomendarle algunos títulos de Osamu Tezuka y Frank Miller o el inevitable Mazinger Z de Go Nagai (¿seguirá funcionando con las nuevas generaciones como antaño? Pronto lo descubriremos).
Al margen de los cómics, por supuesto que sí le recomendé una de mis novelas favoritas, de entre las que protagonizan seres artificiales, también de entre las de CF, e incluso de entre todas las novelas que en la historia de la humanidad han sido y yo he leído. Me refiero a ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, una obra maestra de la (ciencia) ficción de ideas que va mucho más allá de haber inspirado Blade Runner y que, esta sí, trata el tema de la inteligencia artificial. Pero su autor, el sin par Philip K. Dick (y muy pocas veces se ha utilizado lo de sin par de forma más precisa: como él no hubo ni habrá nadie), es un ejemplo claro de que los límites de la CF superan con creces los viajes espaciales, las historias de robots y las invasiones extraterrestres. Un buen ejemplo de ello es una de las últimas novelas que he podido leer, y una de las pocas suyas que hasta hace unas semanas todavía no se había publicado en nuestro país. La editorial encargada de corregir semejante despropósito ha sido Cátedra, que ha incluido a Gestarescala en su colección de Letras Populares donde ya publicó la novela que inspiró el clásico contemporáneo de Ridley Scott y cuyo impecable catálogo incluye también a Robert E. Howard, H. G. Wells, Raymond Chandler o Aldous Huxley, por citar solo algunos. Y si se preguntan de qué trata Gestarescala, les diré que es una amalgama de distopía y alegoría junguiana que explota, casi diría que sacrifica, ideas brillantes a un ritmo que muy pocos escritores se atreverían a llevar, y que en manos de cualquier otro darían lugar a varios libros de cientos y cientos de páginas. En resumidas cuentas: que hay que leerla para creérsela, como otras muchas creaciones de este malogrado escritor, y siempre sin dejar pasar el magnífico estudio introductorio de Julián Díez.
Uno de los más grandes adalides de Philip K. Dick en España es Alejo Cuervo, divulgador del género, editor de Gigamesh y propietario de la librería especializada de igual nombre. Por tanto, no es de extrañar que haya sido esta editorial la que se ha encargado de publicar otro título que permanecía inédito aquí desde hace demasiados años: Futuros perdidos vio la luz en el ya lejano 1992, y ahora por fin podemos leerla con una precisa traducción de Laura Martín y una espléndida (y sobrecogedora) cubierta de Corominas. Y el comentario viene a cuento porque esta excelente novela de Lisa Tuttle -de la que ya les recomendé los relatos de Nido de pesadillas- explora uno de los temas favoritos de Dick: las realidades alternativas. La protagonista, Clare Beckett, ve cómo el tiempo pasa sin que su vida se parezca a aquella que soñó en su juventud que tendría, hasta que un día descubre que es capaz de recordar cosas que, en teoría, no ha vivido. Y a partir de las peripecias de este personaje memorable, la autora explora el concepto de los mundos múltiples, que en la actualidad la comunidad científica estudia en los territorios de la física cuántica pero que cuando se publicó por vez primera era un tema específico de, precisamente, la literatura de CF.
Finalmente, y como muestra de la pluralidad del género, aquí va una tercera recomendación: Imaginario es una antología de historias de CF coordinada por Ángel Gómez Rivero y que incluye veintidós relatos y dieciséis microrrelatos a cargo de Sarah Manzano Lobo, Juan Emilio Ríos Vera, Carlos Díaz Maroto -del que deberían leer sus estupendos libros sobre cine-, Miguel Ángel Plana Fernández, Luis Alberto del Castillo Navarro, Juan Luis Helguera de Deus, Gustavo López Pérez, Luis Muñoz Ortega, Jorge Sánchez Guerrero y el propio compilador. En su interior se encontrarán con seres alienígenas, experimentos científicos, viajes en el tiempo... y, sí, por supuesto, androides y otros seres artificiales. Es decir: que todo lo que puede ser la CF está en sus páginas. O casi todo, porque a estas alturas la CF ha demostrado con creces lo que sus principales valedores llevan décadas señalando: que no tiene límites.
Gestarescala, Futuros perdidos e Imaginario están editados por Cátedra, Gigamesh y Calamar respectivamente.