Cine ombliguista
Abandonad toda esperanza, salmo 513º
Cuando anda en busca de inspiración, el cine suele mirar para afuera; pero de vez en cuando gira la cabeza y mira para adentro, revelando las bambalinas que hasta entonces permanecían ocultas a la mirada de los espectadores. Este regular ejercicio de impudor ombliguista ha dado pie a una suerte de subgénero dramático que se ha venido a etiquetar como "cine dentro del cine" o, si nos ponemos académicos (y disculpamos la ambigüedad del término), metacine. Una línea que, lejos de ser una moda pasajera, cuenta ya con un buen puñado de obras maestras separadas en el tiempo del tamaño de El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder, La noche americana de François Truffaut, Ed Wood de Tim Burton o Barton Fink de los hermanos Coen, los cuales con ¡Ave, César! acaban de volver al Hollywood de los años dorados pero esta vez en clave de comedia satírica.
Aunque están muy lejos del nivel alcanzado por los títulos citados, coinciden en cartel un par de películas no exentas de interés y que podrían englobarse dentro de los límites de este género tan particular; si bien son también filmes biográficos en toda regla, tal y como subrayan sus respectivos títulos. El más recomendable de este peculiar programa doble es Trumbo, biopic del guionista Dalton Trumbo cuyo título se ha ampliado en España con el elocuente subtítulo de La lista negra de Hollywood. Basado en la biografía del interfecto escrita por Bruce Cook, el film relata la caída en desgracia laboral, que no artística -al parecer, el nivel de su producción, tanto en calidad como en cantidad, era verdaderamente ingente-, del que ganara dos Oscars al mejor guion original (uno por la famosísima Vacaciones en Roma, el otro por la olvidada El Bravo) pero no pudiera acudir a recoger ninguno por haberlos firmado con seudónimo tras ser incluido en la infame lista negra de "Los 10 de Hollywood"; una decena de profesionales -entre los que estaban el realizador Edward Dmytryk y el escritor Ring Lardner Jr., por citar dos- que fueron apartados de los estudios y tratados como verdaderos apestados por sus compañeros del mundo de la farándula por su mera pertenencia al partido comunista. La película se encarga de relatar este dramático episodio acontecido en la década de los 50, uno de los más oscuros de la historia del cine estadounidense, y que ya nos contaron cintas como Punto de mira o Caza de brujas; así como la resurrección tardía de Trumbo, apoyado por personalidades como el director Otto Preminger o el actor y productor Kirk Douglas, que permitieron que firmara con su verdadero nombre los libretos de, respectivamente, dos clásicos como Éxodo y Espartaco. Bien es cierto que la película que nos ocupa no destaca por la labor tras las cámaras de su director Jay Roach; nada de extrañar si tenemos en cuenta que es el firmante de Austin Powers, Los padres de ella y sus respectivas secuelas. Por tanto, se trata de un film académico que si resulta recomendable, más allá de lo que tiene de lección histórica, es debido a la labor de Bryan Cranston, actor excelente que se lo debe casi todo a la pequeña pantalla (fueron dos series, Malcolm in the Middle y Breaking Bad, las que le dieron popularidad y prestigio de forma sucesiva), y que fue merecidamente nominado al Oscar por su espléndida labor dando vida a Trumbo. Así pues, estamos ante una lección, si no de narrativa cinematográfica, sí de Historia del séptimo arte.
Poco más o menos le sucede lo mismo a un estreno tardío (se pudo ver en su país, México, hace ya un par de años) que por fin ha llegado a nuestros cines... Qué menos, teniendo en cuenta que ha sido un actor español, Óscar Jaenada, el encargado de resucitar a Mario Moreno en Cantinflas a las órdenes de Sebastián del Amo. A decir de aquellos que conocieron de primera mano las luces pero también las sombras del astro mexicano, este biopic peca de hagiográfico en exceso; pero como en el caso de Trumbo, la labor de su intérprete principal, aquí un Jaenada ya acostumbrado a transmutarse en personas reales de carne y hueso (recuérdese su meritorio Camarón) y que resucita de manera sobrenatural al mítico protagonista de El bolero de Raquel, ya justifica por sí sola pasar por taquilla. Por cierto, el próximo proyecto que reunirá de nuevo a director e intérprete promete, al menos sobre el papel, muchísimo: se trata de la adaptación de El complot mongol, escrita por Rafael Bernal a finales de los años 60 y considerada como el título fundacional de la novela negra mexicana; casi nada.
Y todavía hay más películas en cartel que, central o tangencialmente, recurriendo a casos reales o a argumentos de ficción, reflejan cómo funciona el mundo del cine: es el caso de la francesa Monsieur Chocolat, la española La noche que mi madre mató a mi padre o el documental, seguro que interesantísimo, Hitchcock / Truffaut. Pero como no las he visto todavía, mejor me reservo a ver si caen durante la Fiesta del Cine, que este año se celebra del lunes al miércoles de la semana próxima. Pero eso ya se lo contaré, supongo, dentro de unos días.
Trumbo (La lista negra de Hollywood) y Cantinflas se proyectan en cines de toda España.