Abandonad toda esperanza

Clásicos secretos

Abandonad toda esperanza, salmo 546º
Una vez más, comienzo el año nuevo viendo y leyendo clásicos. En cuanto al cine, decidí aparcar por un momento la lista de títulos pendientes del canon de mejores películas de todos los tiempos y, aprovechando la reciente (y limitada, y numerada) edición digital de El joven Lincoln, vi este mal considerado como un título menor del gran John Ford. Al principio tuve mis dudas porque la intención era optar por algo que no hubiese catado todavía, y creía recordar que ya hace muchísimos años pude disfrutar de este biopic parcial del presidente abolicionista interpretado por Henry Fonda (en su primera colaboración con el realizador)... Pero finalmente pensé que si tantas dudas tenía al respecto tanto daba haberlo visto ya o no. Más aún cuando la madurez adquirida con el paso del tiempo (no solo como espectador, sino también como persona) es requisito imprescindible para apreciar la grandeza del cine de Ford; y más también cuando la edición de la que les hablo viene acompañada de suculentos extras de los que antes no disponía, repartidos en dos discos y un cuadernillo con textos críticos. Entre estos textos destacan unas notas del mismísimo Sergei M. Eisenstein en las que este afirma que si tuviera que elegir una película de entre todas las ajenas que le hubiera gustado dirigir habría optado sin duda por esta; casi nada. Vista hoy, la presente película sobre la juventud de Abraham Lincoln ejerciendo de abogado primerizo mucho antes de convertirse en el primer mandatario de su nación se antoja un precedente de casi todo lo que las cintas posteriores sobre juicios, jueces y demás figuras de la Ley y el Derecho mostraron después... incluyendo filmes del propio Ford como El sargento negro. Así pues, su visionado resulta una gozada de principio a fin, y se confirma como un clásico (secreto, si se quiere) con todas las de la ley (nunca mejor dicho) que no desmerece al compararse con grandes títulos del realizador como La diligencia, Centauros del desierto o El hombre que mató a Liberty Valance.

En cuanto a las lecturas, dejo también de lado la narrativa y me decido por un ensayo no escogido por casualidad: en el libreto que incluye el pack de El joven Lincoln se agradece especialmente la colaboración de Tag Gallagher, una autoridad en la literatura crítica a propósito de este director de origen irlandés. Así pues, me sumerjo en las estanterías de mi estudio y rescato el volumen John Ford. El hombre y su cine decidido a dar buena cuenta de las casi ochocientas páginas de letra apretada (y fotografías, como debe ser tratándose de un libro sobre el séptimo arte) que Gallagher le dedicó al considerado como paradigma del cine clásico (algo que podría discutirse por su indudable modernidad, pero eso lo dejaremos para mejor ocasión). El resultado de su propuesta es un concienzudo análisis de la vida y la obra de Ford que publicó la Universidad de California a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, y que hace unos pocos años recuperó la editorial Akal impulsada por Francisco López Martín, traductor del ensayo y director de la colección especializada que lo recogió. Y se trata, por supuesto, de una herramienta indispensable para conocer los misterios -que todavía son muchos- de la filmografía del que es, para muchos especialistas, el mejor cineasta de todos los tiempos.

Y aunque deje a un lado la novela, no renuncio ni a la lectura ni a la investigación a propósito de los grandes nombres de la narrativa de género del siglo XX: aunque muchos no lo sepan, Dashiell Hammett, creador del investigador Sam Spade (que protagonizó, entre otras obras, la mítica El halcón maltés) y padre de la novela negra moderna gracias a Cosecha roja, también vivió -además de su trabajo como agente para la agencia Pinkerton- de guionizar tiras de prensa, tal y como demuestra la reciente recopilación de todo su Agente Secreto X-9, clásico incontestable de la historieta de género policíaco publicado durante los años 30 en la prensa estadounidense y que contó con los lápices de otro artista grandioso: Alex Raymond, dibujante de talento inconmensurable que nos legó viñetas tan memorables como las protagonizadas por Flash Gordon o su Rip Kirby. Estamos pues ante un volumen de lujo que no puede faltar en la biblioteca de ningún lector que se precie de serlo: ni en la de los aficionados al cómic, ni tampoco en la de los fanáticos del thriller literario. El debate de si el cómic es o no es literatura, si me permiten, lo dejaré para otro día también.

El joven Lincoln está editada por La Aventura Audiovisual; John Ford. El hombre y su cine y Agente Secreto X-9 están editados por Akal y Planeta Cómic respectivamente.

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