Fiestas

Como los hijos de la Jeroma

"Tanto la hicieron rabiar / que ella los mandó a aviar". Se refiere a que "la Mahoma", de un golpe, despachó por los aires a los hijos de la Jeroma, "demontres de chiquillos" que se subieron al castillo para trastearla. Se trata de la historia que en viñetas publicó en el especial de fiestas de "Villena Joven" de 1915 Hermógenes Esquembre, titulada "Un número de aviación, que causó gran sensación".
En el Ecuador Festero de marzo de 1994, invitados por la Junta Central de Fiestas, presidida entonces por José Miguel Juan Navarro, pronunciamos una conferencia titulada "El Islam en la Fiesta de Moros y Cristianos". Entre otros aspectos analizamos la figura de "la Mahoma" en la Fiesta. Vista la actualidad hemos creído conveniente reeditar algunas de las reflexiones de entonces. Actualidad que, como se verá, no es tanta. La cuestión de "la Mahoma", como nos ha recordado la concejala Mercedes Menor, ya había sido debatida en el I Congreso de la Fiesta de Moros y Cristianos celebrado en Villena en 1974. Y ha llovido.

En nuestra conferencia del 94, para comprender el fenómeno, hablábamos del trato negativo que el profeta Mahoma había tenido en la historiografía occidental. Miguel Cruz en "Encuentros (Documentos para el entendimiento islamo-cristiano)" denunciaba que "posiblemente ningún hombre religioso haya encontrado a lo largo de la Historia tantos detractores, ni haya sido tan injustamente vilipendiado como Mahoma". Acaso, apostillábamos nosotros, en el ámbito católico también Lutero.

Igualmente sobre Mahoma, Pedro Martínez Montávez señalará que uno de los problemas que encontramos para la interpretación de su figura es "el lastre de toda una agobiante y secular tradición historiográfica, literaria y popular cristiano-occidental que, al tratar de la figura del Profeta del Islam, no sólo era resueltamente hostil, sino especialmente intolerante, injusta, maniquea e injuriosa, aparte de escasamente documentada". Por ello se había manufacturado la imagen de un hombre mentiroso, seductor, anticristo, primogénito de Satán, pervertidor de pueblos al crear una doctrina pestífera que "extendiéndose como la gangrena, infeccionó" a muchos pueblos y razas –esto según el Cardenal de Vitry en el siglo XIII–, impostor, esclavo de las bajas pasiones, copión, histérico, epiléptico, ignorante, energúmeno, endemoniado, encolerizado...

La literatura también contribuyó a la difusión de un estereotipo negativo. Sirva la "Divina Comedia". En el canto XXVIII, Dante sitúa a Mahoma en el infierno, abierto en canal, como responsable de un cisma religioso.

Tópicos negativos
La Fiesta de Moros y Cristianos participará de esos tópicos negativos. Producto de ello pueda ser el uso de elementos como "la Mahoma". En el I Congreso de la Fiesta hubo sugerencias directas cuestionando esta costumbre. Rafael Bonet y Ginés Pardo señalaban que: "Aquellas manifestaciones festeras que puedan herir la sensibilidad religiosa, aunque no sea cristiana, de cualquier clase, deben suprimirse totalmente". Claro y rotundo, Francisco García –al que tuvimos años más tarde la suerte de tener como profesor de Filosofía– concretaba: "Creo [...] que no tiene sentido mantener en nuestra fiesta al profeta Mahoma, simbolizado en un muñeco ridículo y absurdo. Porque considero que las ideas y las creencias, justamente por darse a un nivel distinto del meramente festivo, exigen respeto, incluso en una farsa o representación". Y proponía como posible solución, si acaso era necesario mantener el muñeco para los actos, cambiar el nombre a "la Mahoma". Con diferentes argumentos, en el coloquio, se sumaron a esta sensibilidad Alfredo Rojas, José Luis Mansanet y Joaquín Barceló; por citar tres personalidades reconocidas por su conocimiento de la Fiesta.

Por nuestra parte, en la conferencia de 1994, sabíamos complicado y delicado el asunto por el hondo arraigo popular de este "gigante", arraigo popular que en casos como el de Biar se conjuga y complica con unos sentimientos muy peculiares. Sin embargo, reconocíamos que –a pesar de todos los matices que cupieran– con "la Mahoma" se estaba atentando contra valores esenciales de la religión islámica. Por un lado se transgredía la prohibición coránica de representar con imágenes a los seres vivos y, especialmente, la figura del profeta. Por otro, se utilizaba con un pretexto jocoso y lúdico la figura de quien para una gran parte de la humanidad es un modelo a imitar y, para toda la humanidad, hoy, un reconocido personaje histórico.

Homenaje al Islam
En lo que se refiere a la representación iconográfica, recordábamos que el musulmán evita las imágenes. Sobre todo en el ámbito religioso, por miedo a caer en la idolatría. La imagen limita la realidad que simboliza. Al-Bujari dijo: "El día de la resurrección se infligirá el más terrible de los castigos al pintor que hubiese imitado los seres creados por dios, que le dirá entonces: 'Da vida a esas imágenes'”. No obstante, sobre esta prohibición, existe mayor o menor rigor según las sectas. De hecho, conocemos en el arte islámico representaciones de seres vivos, incluso representaciones miniadas del Profeta, en las que suele aparecer representado con la cabeza iluminada por una lengua de fuego, igual que el arcángel Gabriel. Otras veces Mahoma es representado con el rostro velado.

Visto lo anterior, concluíamos que la utilización de "la Mahoma" podía comprenderse en el pasado como producto de fobias, pero que no cabía en el presente. Que este puñetazo a lo íntimo de un musulmán nos traía a la memoria las mofas que hacían los moriscos contra la Eucaristía, contra los clérigos y monjas, contra María y Jesús. Finalmente recordábamos que en el Concilio Vaticano II se rindió homenaje al Islam por las verdades que transmite sobre Dios y su poder, sobre Jesús, María, los profetas y los apóstoles. Así, no considerábamos cristiana ni humana la utilización de "la Mahoma" y animábamos a retomar la 4ª conclusión del I Congreso de la Fiesta donde: "Se sugiere a los pueblos que todavía conservan la efigie de Mahoma en sus representaciones festeras, que se reúnan y consideren los problemas a que da la lugar la exteriorización de tal símbolo".

Ahora, igual que entonces, creemos que sería absurdo pensar en una solución sólo por miedo al integrismo fanático e irracional. Porque la solución nunca ha de ser fruto del miedo, sino del respeto a las creencias del otro, derecho humano fundamental. Esto valorando que Occidente también ha sentido una poderosa atracción –a veces fascinación– por lo moro. Igual que existe en la Fiesta. De esto también hablamos hace años en una conferencia en Benissa reivindicando que la Fiesta de Moros y Cristianos también es y ha supuesto para mucha gente un acercamiento positivo hacia la cultura islámica. Valga entonces potenciar de la Fiesta todo lo que nos acerca a otros. Y que con lo de "la Mahoma" no nos pase, trasteándola, como a los hijos de la Jeroma.

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