Con C de Cuidadoras
Ante la celebración el día 21 de septiembre del Día Mundial del Alzheimer, en el que siempre se aprovecha para hacer más visible esta epidemia del siglo XXI y reivindicar una mayor implicación de la sociedad en todos los aspectos de la enfermedad, yo quisiera dedicar unas letras al lema de este año, que recae sobre la figura del cuidador.
Lo titulo Con C de Cuidadoras porque engloba a todas las personas que intervienen en la vida de la persona afectada con el único objetivo de hacer su vida, esa vida que ya no recuerdan, mucho más llevadera. Y lo voy a concretar en la experiencia vivida en mi familia con mi madre, esa gran mujer que nos dejó definitivamente hace poco más de tres meses, aunque ya nos había abandonado hacía muchos años.
Mi madre tuvo un cuidador principal inseparable, fiel y entregado hasta el final que fue mi padre. Él fue el protagonista de un documental que grabó su nieta Laura en el que dio a conocer la cotidianeidad de su entrega hacia su compañera. De la misma manera que lo vimos en el vídeo siguió cuidándola a pesar de que él ya tenía 90 años cumplidos.
Pero sabemos que por cada persona afectada son muchos más los cuidadores. Además del resto de familiares más cercanos, como hemos sido los hijos y los nietos, ha habido muchas personas cuidadoras a las que quisiera agradecer su labor. Concretarlas con nombre y apellidos es imposible porque faltaría alguien, pero sí nombraré en general a todas las que han intervenido durante 12 años en el cuidado de mi madre y le han hecho la vida mucho más agradable. Empezando por el personal sanitario que diagnosticó, orientó, prescribió medicinas, revisó sus males y la atendió hasta el último hálito de vida. Las personas que han estado en su casa ayudando a mi padre y que al final han acabado siendo de la familia por el cariño y atención que le dieron a ella, entendiendo y asumiendo las dificultades que a veces se crean en el trato, sobre todo en las primeras fases.
Dedico un párrafo aparte a todas las personas del Centro de Día de Alzheimer y de la Asociación AFA Villena cuya labor es encomiable y que nadie puede apreciar su valía hasta que las necesita. Además de las trabajadoras del Centro, están las personas voluntarias y las directivas, y los organismos oficiales y privados que contribuyen a que el Centro haya sido una realidad y que cualquier familia de Villena y comarca que lo necesite sepa que hay un lugar donde se va aliviar a los familiares y cuidar, estimular y tratar en todos los aspectos la mejora de la calidad de vida de la persona diagnosticada. Mi madre asistió a los talleres en los locales de la parroquia de La Paz, después a las instalaciones de la Fundación Vivir y por fin al tan necesario Centro de Alzheimer, en el que las condiciones de espacios y medios son las requeridas para atender perfectamente a las personas con alzheimer. Mi madre en el Centro vivió las rutinas diarias, leyó, escribió, se disfrazó, jugó a la pelota, bailó, cantó, comió, hizo gimnasia, conversó, descansó
Pero lo más importante, siempre tuvo a su lado una persona cuidadora que la trató con cariño y sin cuya existencia su vida en los últimos 12 años hubiera sido más triste. Gracias a todas por vuestra entrega.