Concluye la restauración de la Sacristía y la Sala Capitular de la Iglesia Arcedianal de Santiago
El pasado mes de octubre finalizaron los trabajos de restauración, conservación y puesta en valor de esta parte importante del patrimonio de Villena, que se ha llevado a cabo entre los años 2004 y 2010. Y antes de que se reabra al público este espacio, el arquitecto villenense Tomás Navarro, director del proyecto que ha sido financiado por la Conselleria de Cultura ha decidido explicar desde estas líneas en que ha consistido la intervención.
En un primer momento nos encontramos estas dos estancias de la iglesia sacristía y sala capitular en un estado de conservación lamentable. Por un lado el pavimento estaba completamente arruinado por la humedad del subsuelo, estaba abultado, resquebrajado y ruinoso. Igualmente los muros, que sucesivamente habían sido enfoscados con morteros de cemento, habían ido absorbiendo por capilaridad la humedad subterránea y al estar recubiertos por la mencionadas capas intranspirables, ofrecían un grado de deterioro difícil de diagnosticar.
Desde el punto de vista histórico y arquitectónico no era fácil de discernir el noble monumento del S. XVI del menos noble del S. XX, e incluso funcionalmente hablando cabe mencionar la falta de coherencia de los huecos de comunicación entre interior y exterior (puertas y ventanas).
Primera intervención
El proyecto inicial al que responden los primeros trabajos de limpieza, saneamiento y eliminación de morteros y elementos ajenos y agresivos, consistió básicamente en el levantamiento del pavimento, sustracción de las sucesivas capas de morteros para que, por un lado, los sillares murarios fueran perdiendo la humedad, y por otro, nos pudieran marcar el camino por dónde había que recuperar los elementos arquitectónicos perdidos, aquello que nos haría entender el monumento, la situación de los huecos, las líneas maestras de las formas que enmarcaban las puertas y ventanas, las cornisas desaparecidas, la disposición de los sillares.
Segunda intervención
En una segunda intervención el proyecto vuelve a ordenar la intervención basándose fundamentalmente en los criterios de conservación, esto es, se parte de la base de preservar y recuperar todos los elementos existentes y completar la reversión de los distintos elementos con las imprescindibles reintegraciones que refuercen el entendimiento de cómo fue, reproduciendo como nuevo aquello que nos servirá para recuperar la forma arquitectónica y espacial.
Estamos hablando de mantener la estereotomía de la piedra y la disposición de todos aquellos sillares que sean estables y, aunque deteriorados por la agresiva intervención humana y del tiempo, se mantienen, ¿por qué?, porque son originales y se entienden y forman parte inherente de la estabilidad del edificio monumental. Únicamente sustituimos sillarejos o aplacamos en muros cuando el deterioro es tal que no se entendería la pared como tal, cuando ha desaparecido, por erosión o por agresión, dicha pieza. Por ello, los muros surcados de piezas nuevas que se intercalan entre las viejas, negros y picados sillares del S. XVI.
Otra parte importante de la intervención consiste en la recuperación de las brencas, arcos y dinteles de las dos ventanas y de los tres huecos de paso, donde hemos rehecho, manteniendo parte de lo existente, las formas de sus líneas arquitectónicas.
Intervención final
En la sacristía, que es la pieza que estaba más deteriorada debido principalmente al incendio de la Guerra Civil, después de la limpieza inicial de los morteros de cemento y después de compararla con la sala capitular, descubrimos la carencia de una cornisa que debía recorrer el perímetro de dicha estancia a la altura del apoyo de los arcos de la bóveda estrellada del techo, por lo que se propuso reproducirla, tomando como modelo la de la sala contigua e interpretando su encuentro con la puerta de acceso principal, la cual, debido a su remate en arco de medio punto, venía a interrumpir la mencionada cornisa, tal y como ha sido realizada.
También en los muros exteriores de este conjunto descubrimos las evidencias de lo que en su día fue el zócalo de piedra, con una forma peculiar que, con variantes, discurre por todo el perímetro exterior de la Iglesia de Santiago, por lo que su reintegración para entender el monumento era fundamental.
Igualmente, pese a estar rodeado este cuerpo por construcciones del S. XX añadidas con el único criterio de la ampliación de superficies para usos concretos y seguramente necesarios de la parroquia, hemos procedido a realizar una serie de pequeñas y sutiles cirugías para aislar al monumento. Esto se refiere a la instalación de elementos acristalados trasparentes que se adosan al edificio singular para que se pueda visualizar la continuidad del mismo en aquellos puntos donde acomete la obra menos noble realizada en el siglo pasado. En este mismo sentido hemos usado el vidrio traslúcido, es decir, un material neutro, que nos sirve para cerrar e impedir la vista, pero que no incide contundentemente sobre la rotundidad de las fábricas murarias, ni sobre los sillares y molduras que las configuran. El vidrio en esta restauración y puesta en valor, desmaterializado por su ligereza, nos ayuda a no distraer la atención de lo verdaderamente valioso, que es lo pesado, volumétrico y rotundo.
Cabe hacer mención del cielo azul, de la bóveda celeste, recuperando el color original de tantos techos de iglesias de nuestra historia. Los vestigios de este azul los hemos encontrado en la base de los arcos entre la innumerables capas de cales, cementos y pinturas, siendo la más profunda la del azul cielo.
Una vez visto el resultado, por nuestra parte y en conjunción con la parroquia, apostamos por destinar este monumental sitio, puesto en valor, a espacio museístico, para poder exponer las piezas histórico-artísticas procedentes y que tengan relación con el pasado y el devenir de este importante monumento del levante español, que es la Iglesia Arciprestal de Santiago Apóstol de Villena.
En Villena a 29 de octubre de 2010
Tomás Navarro Rodríguez
Arquitecto