Continuemos con la juventud
Hablamos y discutimos acerca de lo que convendría a la juventud, la alabamos, la criticamos, la definimos, le ponemos lazos y la envolvemos en papel de regalo si hace falta, en definitiva, la encasillamos. Pero a menudo no nos damos cuenta de dos cosas, por un lado que no se puede entender como un todo homogéneo, con unas mismas inquietudes o aficiones para todos los que la componen, y por otro, aunque parezca obvio, la formamos los jóvenes, y digo esta perogrullada porque utilizamos ciertos términos en tercera persona cuando lo deberíamos hacer en primera del plural.
La juventud cada vez abarca más terreno: los que tienen 13 ó 14 años se quieren sentir mayores y buscan el ocio que los de mi edad hacíamos a los 17 ó 18, no se tiene espera porque hay que comerse el mundo. Lo que sucede es que si se empieza a tan temprana edad a vivir tan rápido, como todo, al final se convierte en rutina y lo monótono aburre, por lo que es probable que a los 21 ó 22 años ya estén cansados de una determinada diversión y se busque otra bien diferente, por lo que centrarnos como hace algún partido político en ofrecer una única alternativa por creerla más popular no creo que esté bien planteado.
En la variedad está el gusto, todo es compatible, cualquier propuesta de ocio no tiene por qué ser mala de inicio. Dicho lo cual, hay actividades que promueven unos valores para los jóvenes que no sé si desde un ente público cabría liderar. Me refiero a la llamada Zona Cero. El objetivo de este proyecto es decir a los jóvenes lo siguiente: gracias a lo magnánimos que somos los del Partido Popular tenéis tal discoteca o tales instalaciones, ahora podéis pasar las noches allí, sin molestar a nadie, os pondrán un cuño al entrar y os darán una tarjetita que deberéis entregar a la salida, el sistema es fácil, cola para entrar y cola para salir, no tiene pérdida, no hay que pensar, sólo pasárselo bien y consumir.
La propuesta no es mala de por sí, no hay que negar la cantidad de jóvenes que se desplazan a estos lugares con el riesgo que supone coger el coche de noche, que a lo mejor se quedarían en Villena si alguien les indica qué es un lugar de moda. Ahora bien, hay otro tipo de jóvenes que ya nos hemos cansado de ir a estos sitios, que seguimos yendo pero cada vez menos. Lo que buscamos los fines de semana es reunirnos con aquellas amistades que no vemos entre semana, hablar, reírnos con cualquier anécdota y, a menudo, las Zonas Ceros no son los mejores espacios a no ser que te quedes sin garganta de tanto gritar.
Hay otros jóvenes que cansados de acudir siempre a lo mismo les da por hacer deporte, o irse a la montaña para desconectar del ajetreo de la ciudad, o por aprender a pintar o hacer fotografías, ir al teatro qué sé yo, todo cabe en la juventud. Cuando comienzas con estos nuevos hábitos te sientes más realizado porque son actividades que las desarrollas tú, que tú eres el que mandas en ellas y no tienes que hacer ninguna cola ni te tienen que poner ningún cuño para volver a repetirlas cuando te venga en gana.
¿Cuál es la ventaja que tiene Villena? La cantidad de asociaciones que permiten dar cabida a toda clase de ocio: hay gente con muchas ganas, que acaba el trabajo o el estudio y dedica parte de su tiempo libre a organizar la actividad menos pensada, y ya no asociaciones, sino incluso grupos de amigos que deciden moverse para hacer algo grande y lo consiguen como fue la San Silvestre, que se les puso entre ceja y ceja a Andrés Micó y amigos y en menos de un mes se consiguió un éxito.
Si se dieran recursos y medios a esas organizaciones, si se promovieran sus actividades, quizás la juventud de Villena no pasaría su tiempo en locales o comiendo pipas en los bancos o haciendo cosas peores, ello unido a la ventaja añadida que supondría tener una serie de opciones sobre la mesa para todos los gustos, para todos los colores que compone este conglomerado de sueños, expectativas y ganas de vivir llamado juventud.