Cultura

Convocatorias sin éxito

Casi al mismo tiempo que desglosan el reparto de cabezones entre el artisteo cinematográfico, los medios de comunicación se hacen eco del descenso de televidentes que siguieron la anual Gala del Cine Español. Fueron medio millón menos los televisores que aquella noche sintonizaron la retrasmisión de los Premios Goya. De la fiesta de fin de curso se destaca la victoria de La Soledad de Jaime Rosales. La decisión del jurado ha sido del gusto de las víboras del género, generalmente silentes frente a la producción nacional por conveniencia pero amantes del cine de autor, cine con mayúsculas dirían.
Relevante como ustedes sabrán fue la recepción del homenaje por parte de Alfredo Landa (que a nadie le pase), así como la ofensiva lanzada durante sus agradecimientos por Alberto San Juan contra la Conferencia Episcopal. Poco más que decir: nada de Corbacho ni del resto de discursos. No debió ser demasiado grande la decepción para el colectivo una vez analizado el interés de la población por las producciones nacionales (aquellas que llegan a los cines en lugar de arrastrar los millones de la subvención al archivo nacional). De la presente edición me queda sinceramente el asunto de la pérdida de audiencia, algo que me arrastra al presentimiento de que el suceso es sólo una muestra de la tendencia futura. El lugar al que pudiera encaminarse la gala puede que lo marquen los Premios Max de las Artes Escénicas, acontecimiento relegado este año a la franja televisiva que comienza a las diez de la noche del lunes en la segunda cadena.

Allí, en ese lugar y tiempo donde nadie se molesta en medir audiencias, volvimos a encontrarnos con Alberto San Juan, esta vez como miembro del grupo Animalario, grupo que se alzó con el premio al mejor espectáculo por Marat-Sade, propuesta que también consiguió el premio al mejor empresario o producción privada de artes escénicas. Del grupo conocemos entre otros espectáculos Alejandro y Ana. Lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente, escrita por Juan Mayorga, autor que en esta edición de los Premios Max se hizo con el galardón al mejor autor teatral en castellano con El chico de la última fila. Estos resultados sumados a los premios recogidos por Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny como musical muestran que hay una pequeña posibilidad de que algo esté cambiando en el mundo escénico, posibilidad parcialmente nublada si consideramos que la votación para la concesión de los premios es asunto de quienes pertenecen a la SGAE, algo que deja fuera de juego a la otra cara de la moneda: el público. El público, queridas, nosotros y nosotras. El público, queridos, muchas veces relegados a programaciones condicionadas por supuesta voluntad democrática.

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