Cool Fiction
Abandonad toda esperanza, salmo 338º
Antes de que lo olvide: ya tienen en la revista digital Calibre .38 el artículo prometido sobre Mátalos suavemente, novela y película. Dicho esto, vamos a lo que vamos pero sin abandonar el cine inspirado en novelas policíacas... Si hay ahora mismo en Estados Unidos un autor considerado como la quintaesencia del género sin que por ello deba renunciar a atraer nuevos lectores a la vez que recibir los aplausos de la crítica, ese es Don Winslow, y posiblemente sea su monumental novela El poder del perro, que muchos consideran de la talla de El Padrino pero sustituyendo a la mafia italoamericana por los cárteles de la droga mexicanos, la culpable de ello.
Por supuesto, no han tardado en llegarle ofertas para adaptarla al cine, pero como dijo alguien un relato de esa envergadura daría, como poco, para una miniserie de la HBO. Por tanto, son otros libros suyos los que van llegando a la gran pantalla: primero fue Muerte y vida de Bobby Z, que hace un lustro dio pie a un film entretenido pero poco más que pasó bastante desapercibido. Ahora las cosas son bien distintas, y Salvajes se ha convertido en película con un peso pesado como Oliver Stone al frente del proyecto. El film supone el retorno del director, después de sus biopics de presidentes y sus documentales sobre Fidel Castro, al territorio de Asesinos natos y, sobre todo, de aquella pequeña delicia de serie A disfrazada de serie B titulada Giro al infierno. En esta ocasión, y para narrar la dura competencia en el mercado de la droga por parte de los cárteles de México, Stone cuenta con un reparto encabezado por jóvenes promesas pero que, paradójicamente, acaba corroborando aquello de que la veteranía es un grado: los que mejor están son una memorable Salma Hayek, un inmenso Benicio del Toro y un John Travolta que dado lo que disfruta con su rol debería pagar por trabajar. Y ni siquiera la torpeza de ese inadecuado doble final consigue que el espectador olvide que ha sido testigo durante un par de horas trepidantes de una bella historia de amor a tres bandas que, de paso, empieza a confirmar la hipótesis de si no será Sam Peckinpah, al que ya evoqué hace un par de columnas, el cineasta más influyente de las últimas tres o cuatro décadas.
No he leído la novela en que se basa el film, pero sí he podido disfrutar de Los reyes de lo cool, último libro del autor y precuela de la anterior, pues relata cómo sus protagonistas se introdujeron en el mundo del narcotráfico y también cómo lo hicieron las generaciones que les precedieron. Y lo hace mediante un estilo directo, entrecortado, con profusión de diálogos y de reflexiones por parte de un narrador autoconsciente y con muy mala baba; un estilo, por supuesto, abiertamente influenciado por el lenguaje audiovisual (aunque también por los experimentos narrativos de los beatniks). Teniendo en cuenta esto, y que dedique Los reyes de lo cool a Shane Salerno, guionista que junto con Stone y él mismo se encargó de adaptar Salvajes, podría hacernos sospechar que Winslow debe de estar encantado con Hollywood, o al menos con la parte de Hollywood que le ha tocado en suerte. Pero luego investigamos un poco y descubrimos que Salerno y él fueron los creadores de UC: Undercover, una serie de TV de hace una década que no tuvo demasiada suerte y no pasó de una temporada. Resumiendo: que Winslow lleva años queriendo triunfar en el campo de la imagen, aunque por lo visto tuvo que dedicarse a escribir novelas para que otros quisieran adaptarlas al cine. Por nuestra parte, y dados los excelentes resultados en ambos campos, ninguna queja.
Salvajes se proyecta en cines de toda España; Los reyes de lo cool está editado por Mondadori.