Cultura

Cosas que pasan (más)

En muchas ocasiones nos parece exagerado el modo en que se adjetivan ciertas acciones. Más si cabe cuando se habla, se las tacha, de censura. Diría que incluso cuando se habla de censura automáticamente hay orejas que pueden dejar de dar valor al hecho mencionado, como si de pronto quien nos habla tomara una postura excesiva, radical, y dejáramos de dar importancia a su queja. Otras veces no es exactamente censura de lo que se habla, pero ciertamente está relacionado. Por ejemplo en el caso de Rafael Hernández, director del Teatro Arniches desde 1997 hasta el pasado septiembre.
Resulta que el pasado martes apareció una pequeña noticia en la sección de cultura y sociedad –que vaya idea tuvo quien ligó ambas secciones– en el diario provincial por excelencia. El texto hacía referencia a una determinación tomada por el Juzgado de lo Social número uno de Alicante, y en él se declaraba improcedente el despido de Rafael Hernández como responsable del Teatro Arniches. La situación del hasta entonces director del teatro pasaba por su contratación temporal desde el inicio de la actividad hasta su despido por medio de Teatres de la Generalitat. Como pueden imaginar la temporalidad de dicha contratación además de improcedente, se le contrataba de septiembre a junio, vuelve a poner en la palestra a la dichosa institución escénica que da servicio a nuestra comunidad. Institución que ya dejara fuera de su dirección al señor Hinojosa por comentarios vertidos acerca del funcionamiento estructural del citado monstruo.

Y si no han valido las quejas de compañías, actores y actrices y demás personal relacionado con el mundo del teatro, igual de inútil vienen siendo las quejas y juicios que semana tras otra aparecen en las páginas de nuestros periódicos referidas a nuestras sagradas televisiones, Canal 9 y Punt 2. Televisiones que no sólo nos han dado razones para avergonzarnos por sus contenidos sino que también han servido para facilitarnos información parcial y para la contratación irregular. Y aunque hay que reconocer el desapego que mostramos acerca de ellas, valdría recordar de dónde salen los euros que pagan nóminas y demás conceptos. Pero metidos en el berenjenal y viendo la indiferencia de la ciudadanía ante los hechos, ahora se nos propone desde la querida Generalitat la creación de más de seis mil puestos de trabajo en la Ciudad de la Luz, emblema de la provincia de la que no sabemos más que por los famosos que han ido rodando en ella. Puestos de trabajo no del todo claros en un proyecto no del todo consolidado y que en el mejor de los casos busca mano de obra para trabajos manuales. Y así es la gran promesa de Camps para la provincia en materia de cultura. En deporte, ya saben… tendremos que ir comprando un barco.

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