Country Noir
Abandonad toda esperanza, salmo 596º
Todo este asunto del country noir empezó en 1996. Porque aunque ha habido quien haya calificado como tales clásicos pretéritos de la novela negra como El cartero siempre llama dos veces o 1.280 almas, fue en ese año cuando el escritor Daniel Woodrell acuñó el término con su novela Give Us a Kiss: A Country Noir... Una obra, por cierto, que no encontrarán traducida al castellano, al contrario que otros dos libros del mismo autor: Los huesos del invierno y La muerte del pequeño Shug. Cualquiera que lea a Woodrell, o cualquiera que vea la estupenda adaptación al cine de Los huesos del invierno (que aquí mantuvo su título original de Winter's Bone), entenderá perfectamente qué es el country noir: un relato de intriga criminal ambientado en un entorno rural; no tiene más misterio... O sí, según se mire.
Pero cuando digo que todo empezó en 1996, no es solo por el afortunado hallazgo terminológico de Woodrell: en aquel mismo año se estrenó una película llamada a convertirse en un clásico contemporáneo y pieza clave de este subgénero en particular. Me refiero, claro está, a Fargo, cuya sombra se ha proyectado desde entonces y hasta nuestros días mucho más allá de las tres temporadas de la serie homónima. Y es que con aquella espléndida película, los hermanos Joel y Ethan Coen materializaron un universo repleto de claves reconocibles al instante y en las que se terminarían mirando no solo películas posteriores, sino también novelas y cómics, que apartaban al crimen de los callejones oscuros donde Dashiell Hammett lo había ubicado después de sacarlo a su vez de los salones de jarrones venecianos. Buen ejemplo de esta influencia son los tres títulos que quiero recomendarles hoy, ideales para pasearse por la América profunda sin salir de casa salvo para acudir al cine más cercano.
Cada temporada, a veces casi cada mes, se estrena una película que, por la forma de encarar su argumento y/o los actores que intervienen en ella, parece dirigida por los Coen sin serlo. Y si el año pasado fue el caso de Comanchería, Wind River o Suburbicon (esta última con razón, que para algo la escribieron la pareja de hermanos mejor avenida de Hollywood), este mes de enero ya tenemos en cartel Tres anuncios en las afueras, una magistral película que comparte con el cine de aquellos en general y con Fargo en particular no solo a una soberbia Frances McDormand -a la sazón esposa de Joel y cuñada de Ethan- como protagonista indiscutible y al habitual Carter Burwell como compositor de una partitura original muy de su estilo (del suyo propio y del de los Coen, porque decir una cosa es lo mismo que decir la otra después de tantas colaboraciones juntos), sino que también hace gala de ese humor negro tan identificable con el cine de los realizadores de No es país para viejos. Ahora bien, y esto ya es un apunte muy personal: allí donde los Coen (y otros muchos) fracasan a la hora de aunar comedia y tragedia -personalmente, casi siempre me falla al menos uno de los dos elementos, cuando no ambos-, el británico Martin McDonagh consigue con este relato ambientado en la pequeña localidad de Ebbing, en el estado de Missouri, un equilibrio prodigioso que lleva al espectador, casi a cada secuencia, a reírse a mandíbula batiente y acto seguido a sentirse mal consigo mismo por reírse en según qué situaciones. Por supuesto, y tal y como reconoció McDormand en la gala de los Globos de Oro que la premió justamente como la mejor actriz dramática del año, el mérito radica sobre todo en un guion prodigioso escrito también por el realizador, del cual ya vimos anteriormente Escondidos en Brujas y Siete psicópatas; títulos que junto con Tres anuncios en las afueras conforman una breve pero impecable filmografía de arranque muy prometedor y calidad en progresión ascendente. Pero al magnífico resultado final de su último trabajo no resulta ajeno ni mucho menos el impecable trabajo de todos y cada uno de los actores del reparto: bien es cierto que Sam Rockwell tiene más ocasiones de lucimiento, pero Woody Harrelson, John Hawkes, Peter Dinklage, Caleb Landry Jones y el resto de actores no se quedan atrás, y se convierten así en intérpretes privilegiados de un film que terminará siendo considerado un clásico contemporáneo. Otra cosa que muy pronto tendrá en común con Fargo, vaya.
Es de justicia aclarar que Tres anuncios en las afueras no es un country noir en sentido estricto, en la medida en que el crimen a resolver (o no) por las fuerzas de la ley -aquí, la violación y el asesinato de una adolescente- es casi una excusa para que arranque una historia que pronto toma otros derroteros. Sí lo es, en cambio, mi siguiente propuesta: Ángeles en llamas es una novela ambientada en Campbell's Runn, un pequeño pueblo del estado de Pensilvania del que es natural su autora, Tawni O'Dell. Allí reside Dove Carnahan, una veterana comisaria de Policía que se encuentra con un caso cuya envergadura promete superar con creces la capacidad humana y de infraestructuras de su humilde oficina: el hallazgo del cadáver de, también, una adolescente que ha sido incinerada (una tortura por la que también debió de pasar, por lo que se intuye en el film, la joven de Tres anuncios de las afueras). La investigación posterior, que implica a la peligrosa familia de la víctima, le traerá a la protagonista el recuerdo de algunos traumas propios vinculados a un terrible secreto que guarda desde la adolescencia. Como se ve, estamos ante un country noir en toda regla y que a mi parecer confirma a O'Dell como una autora a la que vale la pena seguir con atención... Algo que podemos hacer desde ya, pues este mismo mes sale a la venta otro libro suyo, Uno de los nuestros: nada que ver con el film de Scorsese, la crítica la emparenta más bien con mi admirada Gillian Flynn y, vaya, con Daniel Woodrell. Tomen nota, pues.
Como en Ángeles en llamas, y también como en Fargo -en el film y en las temporadas primera y tercera de la serie-, el protagonismo del cómic Revival recae en una mujer policía que trabaja en un pequeño pueblo alejado de la gran urbe. Y aunque como muestra del auge (al menos, comercial) del llamado country noir, esta serie de la editorial Image escrita por Tim Seeley y dibujada por Mike Norton se anuncia de forma explícita como un crimen rural, hay que aclarar que además de seguir una investigación en marcha, durante su lectura seremos testigos de un acontecimiento fantástico: en Rothschild, Wisconsin, localidad donde la joven Dana Cypress trabaja como ayudante del sheriff (que a la sazón es también su padre), los habitantes tienen que vérselas con el hecho de que los muertos, sus seres queridos y los que no lo son tanto, han decidido volver a la vida. Pero lejos de parecer y actuar como zombis como los de ese otro título de Image de mayor éxito que quizá les suene, The Walking Dead, parecen ser las mismas personas que eran antes de fallecer. Esto, lejos de lo que pudiera parecer en un principio, no será ninguna bendición, sino más bien todo lo contrario. Por el momento, la edición española cuenta ya con cuatro volúmenes, y tras la lectura verdaderamente adictiva del primero no puedo esperar a ver cómo continúa la historia en los otros tres.
Como ven, podría decirse eso de que el country noir ha llegado para quedarse. Y aunque sospecho que, como sugerimos antes, las historias criminales ambientadas en espacios rurales han estado siempre ahí; y que la dichosa etiqueta no es más que un caso de marketing destinado a reconquistar a los lectores que abandonaron el lugar donde nació la novela negra (Estados Unidos, of course) en busca de paisajes más fríos (el thriller nórdico post Millennium, you know), no está de más prestarle atención y agradecer que, si las críticas y (sobre todo) las ventas acompañan, las distribuidoras y editoriales sigan proporcionándonos historias tan buenas como las tres que les comento hoy. Al menos, hasta que estalle la burbuja del country noir y todos, autores y consumidores, partan de nuevo en busca de otros territorios por explorar.
Tres anuncios en las afueras se proyecta en cines de toda España; Ángeles en llamas y Revival están editados por Siruela y Aleta respectivamente.