Crímenes apocalípticos e integrados
Abandonad toda esperanza, salmo 416º
En el Fotogramas de este mes un redactor se pregunta sorprendido por qué no hay reseña de En un lugar sin ley que no mencione a Bonnie y Clyde o a Terrence Malick. No entiendo el asombro: dejando a un lado el film sobre la célebre pareja de atracadores a los que dieron vida unos inolvidables Warren Beatty y Faye Dunaway, referencia inexcusable cada vez que se estrena una película protagonizada por una pareja sentimental al margen de la ley, es indudable que el director de este reciente estreno, David Lowery, ha visto la filmografía de Malick con boli y libreta en mano. Por su argumento, la cita de Malas tierras es más que obvia, pero a cualquiera que haya visto cintas tan espléndidas como La delgada línea roja, El nuevo mundo o El árbol de la vida las figuras humanas a contraluz frente a un sol cegador o esos planos detalle de rostros, manos y demás fragmentos de piel humana les resultarán demasiado familiares. Por no hablar del acompañamiento musical, minimalista y sugerente. Al menos, Lowery es sincero y llegó a afirmar que aunque le molestaban un poco las comparaciones con el maestro, él se lo había buscado. Pues eso: si no se conoce el original, la copia no está del todo mal; pero si se ha visto el cine de Malick, en En un lugar sin ley todo suena a impostura.
Uno que sabe mucho de copiar es Quentin Tarantino. No olvidemos que cuando le dieron la Palma de Oro en Cannes por Pulp Fiction afirmó que "los grandes artistas roban, no hacen homenajes". Más allá de la provocación, al director de Malditos bastardos hay que reconocerle que lo de copiarse lo hace con tanta gracia y descaro que al final el espectador decide aprobarle, cuando no directamente ponerle una matrícula de honor. Pero, ay, su éxito ha provocado que surjan de vez en cuando alumnos que se copian del copiador, empezando por el primer Robert Rodriguez y terminando, por supuesto solo de momento, por Aharon Keshales y Navot Papushado -yo también he tenido que copiar, no creerán que me sé sus nombres de memoria-, la pareja de realizadores israelíes que han trascendido las fronteras de su país con Big Bad Wolves, un thriller cargado de humor y violencia que protagonizan un profesor sospechoso de haber violado y asesinado a una niña, el padre de la víctima y uno de los policías encargados del caso. Más allá de algún hallazgo puntual, el film también suena a ya visto, aunque a Tarantino le faltó tiempo para decir que era la mejor película del año: nada de extrañar, pues vería reflejados en ella muchos de sus intereses personales. En resumidas cuentas: una promesa de viento fresco que no es tal.
Sigamos con promesas frustradas: Redención es el debut en la dirección del guionista Steven Knight y cierre de una supuesta "trilogía londinense" de temática criminal muy distinta a la de Woody Allen, de la que las entregas previas fueron Negocios ocultos y Promesas del este, dirigidas respectivamente por los más curtidos Stephen Frears y David Cronenberg. Pero, vaya por dónde, Redención es también una película de Jason Statham, actor que gracias a las sagas Transporter, Crank y Los mercenarios se ha convertido en figura clave del cine de acción de los últimos años; esto pasa factura cuando la cinta quiere contentar a todo el mundo combinando peleas y tiros con brochazos de crítica social, y al final y como era de esperar no contenta del todo a nadie.
Uno que quiso utilizar las constantes del cine de acción de Hollywood para su propio provecho desarrollando un poco más de lo habitual la vida privada y los vaivenes psicológicos de sus personajes fue el francés Luc Besson: primero lo hizo como director en filmes como Nikita o Leon. Luego, como guionista y productor, siguió haciendo poco más o menos lo mismo contratando a figuras internacionales como el mismo Statham (Transporter), John Travolta (Desde París con amor), Zoe Saldana (Colombiana) o Liam Neeson (Venganza). El último en sumarse a esta nómina es Kevin Costner, decidido a reverdecer viejos laureles desde que fue el padre de Superman: en 3 días para matar es un pistolero a sueldo de la CIA que padece una enfermedad terminal y que debe cumplir con una última misión al mismo tiempo que se esfuerza por hacer las paces con una hija adolescente a la que apenas vio crecer. Por supuesto, a estas alturas de la película lo que pasaba por ser una visión original (¿apocalíptica?) ya está perfectamente integrada en la corriente dominante, y ya no es solo que Besson imite a los veteranos del género, sino que ya parece imitarse a sí mismo.
¿No queda, pues, rescoldo alguno para la originalidad? Pues sí, sí queda, aunque el resultado no sea del gusto de todo el mundo: Wrong Cops es el nuevo trabajo de Quentin Dupieux, el director que sorprendió a la cinefilia internacional (porque el grueso de la población mundial desconoce su obra, y casi mejor para ellos) con Rubber, la historia de un neumático asesino en serie (sic); ahora nos ofrece un film coral protagonizado por policías que ante la práctica falta de crímenes que combatir se dedican a cometerlos ellos, cuando no están componiendo música electrónica con un sintetizador (Dupieux también ejerce de Mr. Oizo, famoso DJ que firma sus propias bandas sonoras). Téngase en cuenta que el personaje más normal del film está interpretado por Marilyn Manson: con eso se lo digo todo. Podrá gustar más o menos (yo todavía tengo mis dudas), pero al menos estamos ante un cineasta genuinamente apocalíptico... porque no creo que Dupieux conozca el cine del español Juan Cavestany, por ejemplo. Aunque igual sí, y ya no queda nadie que haya estudiado de verdad para el examen.
Nota bene: nótese que los destacados homenajean a los copiados (o inspiradores), y no a los copiadores. Aunque en el caso de Besson, uno y otro es el mismo.
En un lugar sin ley, Big Bad Wolves, Redención, 3 días para matar y Wrong Cops se proyectan en cines de toda España.